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domingo, 25 de agosto de 2019

Del Lector

El tren

Neuquén

La estación de trenes de cada ciudad o pueblo fue durante muchísimos años un lugar de paseos, encuentros, de partidas, de fantasías de trayectos y destinos.


Un cuadro de la estación de Neuquén en la casa de mi hija que pintara su padre cuando aún pasaba el tren me trajo a la memoria otro, bellísimo, de Liliana Montes Lefort.

A dos años de su partida, recordé su pasión por la preservación del patrimonio histórico, en especial La Estación que tantas veces la soñamos nuevamente activa.

Qué absoluta necedad no utilizar el tren como medio de transporte. Está probado mundialmente como el más eficiente por rapidez, caudal de pasajeros por recorrido, seguridad y menor contaminación ambiental. Más aún entre poblaciones con fuerte interrelación comercial, social y cultural como las del Alto Valle de Río Negro y Neuquén. Si bien ya circula un tren entre las ciudades de Neuquén y Cipolletti, no cubre ni toda la demanda ni garantiza la continuidad de su funcionamiento.

Es una locura transitar por las rutas: embotellamientos, contaminación, pérdida de tiempo, los accidentes (lo peor) y al llegar a las ciudades no encontrar dónde estacionar -y en las horas pico, ¡imposible!-.

¿No sería espectacular aliviar este nudo peligroso, contaminante, estresante y estúpido restaurando las vías y las estaciones? No se intenta porque existen intereses instituidos por años que tienen al tren como una seria competencia. Además exige un nivel alto de compromiso político intermunicipal, interprovincial y nacional sin ataduras partidarias ni económicas de ocasión.

Fijar las prioridades ante tantas necesidades de la población es trabajo de las autoridades, para eso las votamos, ya que suponemos tienen idoneidad y compromiso para la función. Así como comprometerse y comprometer la continuación de las tareas de gran envergadura iniciadas por su gestión o por las anteriores, de otro modo es imposible pensar proyectos a mediano o largo plazo.

Y es esencial la responsabilidad que tenemos los ciudadanos de controlar y hacer seguimiento de los proyectos y las inversiones realizadas por los gobernantes.

Busquemos entre todos las bases para que a corto plazo tengamos el tren valletano entre ciudades cercanas y paradas. Basta de mezquindades y escuchar propuestas de otros lares que no benefician. Basta de gastar dinero de los presupuestos en obras que agudizan problemas de tránsito y destruyen los paisajes, el comercio, los hábitos de los barrios afectados.

¿Será posible lograr la confluencia -en la Confluencia- de representantes con inteligencia, habilidad, responsabilidad para el logro de obras de tal envergadura?

No sé, alguna vez surgirá ese espíritu superador de medianías que persuada y comprometa a otros para que se logren esas palpables y esenciales obras que hacen posible restablecernos y sentir que somos mucho mejores de lo que suponemos.

Myriam Pérez

DNI 5.884.940

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