Los recuerdos catamarqueños de Taselli
CATAMARCA 25 Agos(El Esquiu).-Han pasado varios años desde que el “Tano” Sergio Taselli se fue de Catamarca. O, cuanto menos, la humilde provincia norteña salió de la agenda de sus pensamientos empresariales. Sin embargo, su nombre está grabado a fuego en la historia política del último cuarto de siglo.
En la semana que fenece, sorpresivamente, regresaron juntos todos los recuerdos de este hombre, un multimillonario con jugosas cuentas en Suiza y, está por verse, en los paraísos fiscales donde, desde una graciosa legalidad, esconden el dinero los empresarios argentinos que conforman la Patria Contratista.
La información, concisa y objetiva, dio cuenta de que Sergio Taselli se presentó el pasado martes ante el juez que investiga en base al “cuaderno de las coimas” e, inmediatamente, quedó detenido. Se añadió que la concurrencia fue espontánea y, hasta ayer, nadie señaló fehacientemente los cargos en su contra. Quienes leen por debajo del agua sospechan de tramoyas con las concesiones ferroviarias, el escándalo menemista -uno más- de los años 90.
Lo máximo que pudo conocerse es que su abogado, el cotizado Mariano Cúneo Libarona, dijo que Taselli podía llegar a mentir -en su calidad de imputado, puede hacerlo- para que lo acepten como “arrepentido colaborador”, una categoría que amenaza con convertir a varios empresarios y políticos en bufones de un caso que, evidentemente, tiene perfiles de show.
Tiempos viejos
Desconocemos, absolutamente, cuál será el destino final de Taselli, pero sabemos que su vida no fue un modelo de conducta ni cuenta con posibilidades de explicar millones de dólares que, ciertamente, no se pueden acumular trabajando con decencia. A no ser que se considere trabajo estrujar las ubres del Estado tonto y benefactor.
Parte de esta fortuna, aunque sea en pequeño porcentaje (para una provincia como Catamarca igual es una fortuna), salió de estas tierras agrestes y no precisamente por méritos.
No ganó concurso alguno, tampoco una licitación, sino que vino por el camino más expeditivo, el que fácilmente desbrozan los políticos cuando coinciden los intereses.
Fue quien se quedó, gratuitamente, con la nostálgica dirección de Energía (la ex DECA). Sin realizar una sola inversión palpable, se dedicó a recaudar y a embolsar los subsidios que, tanto de la Provincia como de la Nación, llegaban a raudales.
Venía muy dulce el hombre cuando aterrizó en San Fernando del Valle. El menemismo privatizador ya le había cedido Yacimientos Carboníferos Fiscales, la mina de Río Turbio, los ramales ferroviarios porteños (Roca, Urquiza y Belgrano) y también “administraba” la energía en Formosa.
Aprovechando la amistad que tenía y tiene con José Luis Barrionuevo, éste lo acercó al castillismo que, a mediados de 1995, negociaba con el gastronómico la posibilidad de ser senador nacional y quebrarle el mismo propósito a Ramón Saadi.
Del trípode Barrionuevo-Castillismo-Taselli nació el acuerdo que, por doce años, desde 1996 a 2008, iba a castigar al pueblo catamarqueño con un servicio que obligó a intervenir la empresa en un momento y a rescindir en otro. Lo importante que, en 2011, a la Provincia le faltaba un servicio de energía y los cortes, en invierno y verano, funcionaban en modo repiqueteo. Una tortura que, muy cara, debió pagar Brizuela del Moral con la resignación del poder.
Un soborno aquí, otro más allá
Que Sergio Taselli pase estos días preso puede sorprender a alguien que no lo conozca. A nadie más. Para los catamarqueños es como la Virgen del Valle o Fray Mamerto en dimensión opuesta.
Ya lo dijo el fiscal de Estado, Carlos Bertorello, cuando metió la mano en los expedientes de podredumbre. “La gestión de Taselli fue nefasta, signada por las denuncias internas” y extendió a sus críticas al gobierno anterior: “No tenemos nada que nos permita decir que el Estado hizo un control de la empresa”.
La definición del fiscal es ajustada pero, por cierto, no justifica los motivos de semejante permisividad del Estado. Nosotros sí la podemos explicar, especialmente a partir de algunas notas de los “cuadernos de Jorge Marcolli” (los presentó el martes ante el periodista Ariel Brizuela, en Radio Centro), donde se lee que el senador nacional Oscar Castillo fue el socio de Taselli.
El titular de IATE SA (Industrias Argentinas de Tableros Eléctricos), principal accionista de la nefasta ex Edecat, sabía perfectamente cómo eludir los controles del Estado. Para ello estaban los sobornos o coimas que, como se descubre ahora, no solo llegaban a funcionarios o benefactores, sino también a los medios de comunicación que, por años de embolsar dinero negro, tapaban hasta la mínima protesta de la ciudadanía. Edecat era intocable. Ni una carta de un humilde vecino reclamando el servicio podía leerse en aquellos tiempos.
Dueño del diario La Unión
Con el pararrayos oficial, no existía tormenta eléctrica que hiciera temblar a los Taselli que, en realidad, son una familia que se saca los ojos por el dinero mal habido. De hecho, antes de ser detenido, Sergio le achacó culpas al hermano Alberto, el que demandó a Catamarca –apenas por 150 millones del año 2011- y ayer estaba arrodillado ante el juez Bonadío pidiendo fichar para el club de los arrepentidos.
Con tantas fechorías y maldades en serie, lo que no saben muchos catamarqueños es que el trípode Barrionuevo-Castillo-Taselli, en los primeros años de los 2000, se transformó en la dupla Castillo-Taselli para quedarse con el desaparecido diario La Unión (el que sale en estos tiempos, de lunes a viernes y se reparte sin cargo, es lo más parecido a un lavadero de dinero que, con la ayuda del gobierno, pertenece a los explotadores del juego).
Con el visto bueno de Castillo y en compañía de la constructora Capdevila y del Casino, Taselli fue objetivamente dueño de La Unión antes de que fundiera del todo. Tanto tenía el hombre que, con el tiempo, regaló sus acciones del diario a Luis Barrionuevo, ya distanciado de Castillo por la falsa quema de urnas del 2003 que, como se comprobó, fue una proscripción electoral.
El dirigente gremial aceptó las acciones, pero se las traspasó al dirigente Alfredo Carrizo que, por decisión propia, las sumó a las que tenía el Casino.
Todas historias de “cosa nostra” las de Taselli y familia. Oscuras, ilegales, truhanescas. Creemos que por las practicadas aquí no está preso, pero de alguna forma hacen pensar que, por cosas parecidas, fue a desembocar en una celda de detención. ¡Taselli, pícaro Tano!
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