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sábado, 13 de julio de 2019

Cambios en los nombres de estaciones

Sigue la fiesta de cambios de nombres: Congreso se llamará Raúl Alfonsín
 

CAPITAL FEDERAL 12 Jul(EnElSubte).-Congreso de la línea A se transformó en la decimosexta estación del Subte en recibir doble denominación por parte de la Legislatura Porteña. Al menos otras cuatro estaciones cambiarán de nombre en breve. El motivo del cambio de nombre, un homenaje sin relación con el entorno que no sirve al pasajero y acarrea gastos innecesarios.

La estación Congreso de la línea A cambiará su actual denominación, inalterada desde 1913, por «Congreso – Presidente Dr. Raúl Ricardo Alfonsín». El cambio de nombre fue aprobado este jueves en segunda lectura por la Legislatura Porteña con 51 votos positivos, dos negativos y dos abstenciones. La propuesta había tenido primera lectura el año pasado y pudo ser convertida en ley tras haberse cumplido diez años del fallecimiento del expresidente radical, ocurrido en marzo de 2009.

Independientemente de los méritos del primer presidente de la democracia reciente, se trata de otro episodio en el que se rebautiza una estación de Subte con el único objetivo de homenajear a un personaje público que no tiene relación evidente alguna con el entorno urbano y que no apunta a mejorar la orientación del usuario.

Esta lógica no sólo puede verse en el cuerpo legislativo, sino también en el ejecutivo, que en un súbito trance de feminismo ha impulsado rebautizar estaciones recientemente inauguradas agregándoles nombres de mujer, tal el caso de Facultad de Derecho o de las tres nuevas estaciones de la línea E.

Amén de no solucionar ningún problema, la constante danza de nombres para las estaciones obliga a actualizar cartelería y mapas desperdigados por toda la red (en trenes y estaciones) con alarmante frecuencia, lo que acarrea un gasto innecesario. En el caso de Congreso, la actualización de cartelería se revela especialmente problemática, ya que al tratarse de la línea más antigua de la red están instalados allí carteles de chapa enlozada que son fiel réplica de los originales colocados hace 106 años por la Compañía Anglo Argentina de Tramways (CTAA), constructora y propietaria original de la línea.

En total, y contando el cambio de Congreso, en los últimos años han incorporado la doble denominación un total de 16 estaciones de la red de Subte. En la línea A, Plaza de Mayo-Casa Rosada y Congreso-Presidente Dr. Raúl Ricardo Alfonsín; en la línea B, Callao-Maestro Alfredo Bravo, Pasteur-AMIA, Medrano-Almagro, Malabia-Osvaldo Pugliese, Tronador-Villa Ortúzar, Los Incas-Parque Chas, Juan Manuel de Rosas-Villa Urquiza; en la D, Tribunales-Teatro Colón, Ministro Carranza-Miguel Abuelo; en la E, Entre Ríos-Rodolfo Walsh, Plaza de los Virreyes-Eva Perón; y en la H, Inclan-Mezquita Al-Ahmad, Once-30 de Diciembre y Santa Fe-Carlos Jáuregui. No son las únicas, ya que hay numerosos otros proyectos en trámite con objetivos similares.

Todo esto mientras existen estaciones que combinan entre sí y se llaman distinto (las únicas excepciones son las estaciones Independencia y Retiro, ambas de combinación entre las líneas C y E), otras se llaman igual y están separadas por varias cuadras (los pares Callao y Pueyrredón se repiten en las líneas B y D) y otras tienen nombres muy similares a pesar de estar alejadas geográficamente (Congreso/Congreso de Tucumán, Villa Urquiza/General Urquiza).

La combinación de todos estos factores no hace sino confirmar la incoherente política de nombramiento de estaciones y pone de manifiesto la ausencia de un pronunciamiento de las autoridades de Subterráneos de Buenos Aires al respecto.

En los ferrocarriles la tendencia de rebautizar estaciones ha tenido poco impacto, acaso porque depende de la aprobación del Congreso Nacional: aunque por razones distintas, sólo se han cambiado los nombres de las estaciones Avellaneda de la línea Roca por Darío Santillán y Maximiliano Kosteki y Chacarita de la línea San Martín por Villa Crespo.

A falta de nuevas estaciones para inaugurar, con la expansión de la red congelada por primera vez en casi 50 años, la Ciudad parece haber reorientado su política casi exclusivamente a rebautizar lo existente. Aparentemente, atrás quedaron los días en que Buenos Aires podía aspirar a construir líneas nuevas como cualquier ciudad del mundo.

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