En el juicio por los trenes chatarra un ingeniero en ferrocarriles
declaró: “Yo no los habría comprado ni mamado”
BUENOS AIRES 25 Abr(Infobae).-Entre los acusados por la millonaria compra de material ferroviario están Julio De Vido y Ricardo Jaime.
El ex secretario de Transporte, Ricardo Jaime
Norberto
Rosendo tiene 63 años, es ingeniero en ferrocarriles e intregra la ONG
“Salvemos al tren”. Trabaja de certificar el buen estado de las
formaciones ferroviarias. En ese carácter declaró en el juicio oral y
público que se realiza -vía Zoom- para determinar las responsabilidades
penales de, entre otros, los ex funcionarios públicos que intervinieron
en la millonaria compra de trenes chatarra en España y Portugal
realizada durante el kirchnerismo.
En el juicio están acusados el
ex ministro de Planificación Federal Julio De Vido y el ex secretario
de Transporte de entonces, Ricardo Jaime, que está detenido en la cárcel
de Ezeiza. También son enjuiciados el testaferro de Jaime, Manuel
Vázquez, y dos ex funcionarios del área de Transporte. La acusación es
por los delitos de administración fraudulenta y cohecho (coimas).
La
consultora de Vázquez –socio y testaferro de Jaime- cobró y facturó
coimas por realizar tareas que no hizo en la intermediación de las
millonarias compras que se hicieron de Estado a Estado.
En su
declaración, Rosendo indicó que él había certificado el buen
funcionamiento de algunos de los insumos ferroviarios comprados a partir
de 2005 en España y Portugal. Y que algunos de ellos, luego de
reparados, están en uso en la actualidad. “Los que pusimos en movimiento
en el Patagónico son mejores que los que teníamos antes”, dijo.
Así
se refirió a las certificaciones que hizo del tren Patagónico en el que
se usa material comprado en Europa y reparado en la Argentina. También
contó que había visto algunos de los coches comprados en aquella ocasión
funcionando bien en el Ferrocarril Sarmiento antes del recambio de las
formaciones por trenes chinos. El trabajo de Rosendo implica que cada
cierta cantidad de tiempo certifica el estado de las formaciones a
pedido de las concesionarias: “Hago como la VTV de los autos pero en los
trenes”, explicó ante el Tribunal Oral Federal 6 en referencia a la
Verificación Técnica Vehicular obligatoria que rige para permitir la
circulación de los autos.
Rosendo, que fue consultado por algunas
empresas para comprar material ferroviario en Europa, criticó el modo
en que se hizo aquella adquisición millonaria realizada a partir de
convenios internacionales firmados por Néstor Kirchner.
“La
compra fue un disparate mayúsculo. Si me hubieran llevado a mí a España y
Portugal no los habría comprado ni mamado. Y el precio que se pagó no
lo pago ni mamado. Ahora una vez que tengo el material acá lo reparo y
lo uso. Tengo la obligación de usarlo porque si no lo pago dos veces”,
dijo el ingeniero en ferrocarriles.
Y ante las preguntas de la
fiscal Gabriela Baigún y del querellante en nombre de la Oficina
Anticorrupción, Arturo Gutiérrez, concluyó : “Si ustedes me hubiesen
contratado para asesorar en aquella compra yo no habría traído el
material en el estado que lo trajeron porque no se justifica el precio
del transporte. Habría que haber estudiado cada vehículo que se compró
en el exterior: no es bueno haber comprado al bulto. Pero si me ponen
como gerente de una línea ferroviaria el material lo uso. Lo reparo y lo
uso”. Parte del material comprado fue reparado y otra no.
Teóricamente
con destino de reparación unos treinta coches procedentes de España
llegaron a los talleres ferroviarios de la empresa Emepa en Chascomús,
provincia de Buenos Aires. Empezaron a llegar en agosto y finalizaron en
diciembre de 2007. Habían sido enviados por la subsecretaría de
Transporte Ferroviario que dependía de Jaime y sin un remito en el que
constara el detalle y estado de los mismos. La idea era que fueran
reparados allí, uno de los talleres metalúrgicos especializados en
ferrocarriles.
Diciembre de 2007, el estado del interior de uno de los coches
Era tal el estado de los coches españoles que Eugenio Alarcón, jefe de planta de Emepa en Chascomús, llamó un escribano para que quedara asentado no solo la recepción de cada uno sino también en qué condición se encontraban. El escribano Alejandro de Otazua -que también declaró en el juicio- anotó el número correspondiente de cada coche y el de cada uno de los bogies. Y además mandó a tomar fotografías de cada uno de ellos. De ese modo -mediante una actuación notarial- dejaron plasmadas las condiciones en las que estaban los coches llegados desde España.
Alarcón declaró vía Zoom. Trabajó en los talleres de Emepa durante décadas. Ahora está jubilado. Fue quien explicó que había llamado a un escribano porque los coches llegados desde España estaban en mal estado, “ninguno chocado, aunque con la chapa muy corroída”, aclaró.
Mientras declaraba desde el Tribunal Oral Federal 6 mostraban vía Zoom las fotos que se habían tomado en aquel lejano 2007. Y Alarcón las comentaba: “Eso es un coche comedor destruido, ahí se puede ver la cocina. Eso es un vagón de primera clase, ese es un coche con camarotes, ahí se ve un furgón. Muchos llegaron vandalizados, pintados con grafittis”. Se ocupó de recordar que desde la secretaría de Transporte jamás les llegó la orden indispensable para realizar la reparación que necesitaban los coches españoles.
Con cierta pena, porque en aquellos años de la llegada de los trenes les faltaba trabajo en la planta y habían reducido personal, Alarcón dijo que: “Se los podía reparar sin problemas. Nunca nos pidieron un presupuesto. Hubiese sido importantísimo porque no teníamos trabajo y nos habría venido muy bien. Era muy importante trabajar en la reparación de esos coches ya que teníamos muy poco trabajo. Habría sido muy bueno reparar los trenes que llegaron de España”. Pero eso no sucedió.
El caso judicial que llegó a juicio este año comenzó en junio de 2013. Se inició a raíz de una denuncia de legisladores de la oposición que se basaron en un informe del año 2012 de la Auditoría General de la Nación que señalaba las irregularidades en la compra del material ferroviario.
En el juicio por los trenes chatarra un ingeniero en ferrocarriles
declaró: “Yo no los habría comprado ni mamado”Entre los acusados por la
millonaria compra de material ferroviario están Julio De Vido y Ricardo
Jaime
El ex secretario de Transporte, Ricardo Jaime
Norberto
Rosendo tiene 63 años, es ingeniero en ferrocarriles e intregra la ONG
“Salvemos al tren”. Trabaja de certificar el buen estado de las
formaciones ferroviarias. En ese carácter declaró en el juicio oral y
público que se realiza -vía Zoom- para determinar las responsabilidades
penales de, entre otros, los ex funcionarios públicos que intervinieron
en la millonaria compra de trenes chatarra en España y Portugal
realizada durante el kirchnerismo.
En el juicio están acusados el
ex ministro de Planificación Federal Julio De Vido y el ex secretario
de Transporte de entonces, Ricardo Jaime, que está detenido en la cárcel
de Ezeiza. También son enjuiciados el testaferro de Jaime, Manuel
Vázquez, y dos ex funcionarios del área de Transporte. La acusación es
por los delitos de administración fraudulenta y cohecho (coimas).
La
consultora de Vázquez –socio y testaferro de Jaime- cobró y facturó
coimas por realizar tareas que no hizo en la intermediación de las
millonarias compras que se hicieron de Estado a Estado.
En su
declaración, Rosendo indicó que él había certificado el buen
funcionamiento de algunos de los insumos ferroviarios comprados a partir
de 2005 en España y Portugal. Y que algunos de ellos, luego de
reparados, están en uso en la actualidad. “Los que pusimos en movimiento
en el Patagónico son mejores que los que teníamos antes”, dijo.
Así
se refirió a las certificaciones que hizo del tren Patagónico en el que
se usa material comprado en Europa y reparado en la Argentina. También
contó que había visto algunos de los coches comprados en aquella ocasión
funcionando bien en el Ferrocarril Sarmiento antes del recambio de las
formaciones por trenes chinos. El trabajo de Rosendo implica que cada
cierta cantidad de tiempo certifica el estado de las formaciones a
pedido de las concesionarias: “Hago como la VTV de los autos pero en los
trenes”, explicó ante el Tribunal Oral Federal 6 en referencia a la
Verificación Técnica Vehicular obligatoria que rige para permitir la
circulación de los autos.
Rosendo, que fue consultado por algunas
empresas para comprar material ferroviario en Europa, criticó el modo
en que se hizo aquella adquisición millonaria realizada a partir de
convenios internacionales firmados por Néstor Kirchner.
“La
compra fue un disparate mayúsculo. Si me hubieran llevado a mí a España y
Portugal no los habría comprado ni mamado. Y el precio que se pagó no
lo pago ni mamado. Ahora una vez que tengo el material acá lo reparo y
lo uso. Tengo la obligación de usarlo porque si no lo pago dos veces”,
dijo el ingeniero en ferrocarriles.
Y ante las preguntas de la
fiscal Gabriela Baigún y del querellante en nombre de la Oficina
Anticorrupción, Arturo Gutiérrez, concluyó : “Si ustedes me hubiesen
contratado para asesorar en aquella compra yo no habría traído el
material en el estado que lo trajeron porque no se justifica el precio
del transporte. Habría que haber estudiado cada vehículo que se compró
en el exterior: no es bueno haber comprado al bulto. Pero si me ponen
como gerente de una línea ferroviaria el material lo uso. Lo reparo y lo
uso”. Parte del material comprado fue reparado y otra no.
Teóricamente
con destino de reparación unos treinta coches procedentes de España
llegaron a los talleres ferroviarios de la empresa Emepa en Chascomús,
provincia de Buenos Aires. Empezaron a llegar en agosto y finalizaron en
diciembre de 2007. Habían sido enviados por la subsecretaría de
Transporte Ferroviario que dependía de Jaime y sin un remito en el que
constara el detalle y estado de los mismos. La idea era que fueran
reparados allí, uno de los talleres metalúrgicos especializados en
ferrocarriles.
Era
tal el estado de los coches españoles que Eugenio Alarcón, jefe de
planta de Emepa en Chascomús, llamó un escribano para que quedara
asentado no solo la recepción de cada uno sino también en qué condición
se encontraban. El escribano Alejandro de Otazua -que también declaró en
el juicio- anotó el número correspondiente de cada coche y el de cada
uno de los bogies. Y además mandó a tomar fotografías de cada uno de
ellos. De ese modo -mediante una actuación notarial- dejaron plasmadas
las condiciones en las que estaban los coches llegados desde España.
Alarcón
declaró vía Zoom. Trabajó en los talleres de Emepa durante décadas.
Ahora está jubilado. Fue quien explicó que había llamado a un escribano
porque los coches llegados desde España estaban en mal estado, “ninguno
chocado, aunque con la chapa muy corroída”, aclaró.
Mientras
declaraba desde el Tribunal Oral Federal 6 mostraban vía Zoom las fotos
que se habían tomado en aquel lejano 2007. Y Alarcón las comentaba: “Eso
es un coche comedor destruido, ahí se puede ver la cocina. Eso es un
vagón de primera clase, ese es un coche con camarotes, ahí se ve un
furgón. Muchos llegaron vandalizados, pintados con grafittis”. Se ocupó
de recordar que desde la secretaría de Transporte jamás les llegó la
orden indispensable para realizar la reparación que necesitaban los
coches españoles.
Con cierta pena, porque en aquellos años de la
llegada de los trenes les faltaba trabajo en la planta y habían reducido
personal, Alarcón dijo que: “Se los podía reparar sin problemas. Nunca
nos pidieron un presupuesto. Hubiese sido importantísimo porque no
teníamos trabajo y nos habría venido muy bien. Era muy importante
trabajar en la reparación de esos coches ya que teníamos muy poco
trabajo. Habría sido muy bueno reparar los trenes que llegaron de
España”. Pero eso no sucedió.
El caso judicial que llegó a juicio
este año comenzó en junio de 2013. Se inició a raíz de una denuncia de
legisladores de la oposición que se basaron en un informe del año 2012
de la Auditoría General de la Nación que señalaba las irregularidades en
la compra del material ferroviario.
Mayo de 2014, la vegetación en uno de los coches españoles
El
22 de mayo de 2014 el juez Julián Ercolini -que tuvo la instrucción del
caso- ordenó un allanamiento en la planta de Emepa para comprobar el
estado de los coches que habían llegado allí casi siete años antes. Lo
realizó mediante exhorto el entonces juez federal de Dolores Alejo Ramos
Padilla.
Las fotografías tomadas en aquel allanamiento y que
forman parte del expediente judicial no dejan dudas: al deterioro
inicial que presentaban los coches dejados en Chascomús en 2007 se le
había sumado el hecho de haber quedado a la intemperie. En algunos de
los coches comprados para mejorar el sistema de ferrocarriles había
crecido una tupida vegetación. No hay fotos de 2021 que documenten qué
tanto creció aquella vegetación.
El 22 de mayo de 2014 el juez Julián Ercolini -que tuvo la instrucción del caso- ordenó un allanamiento en la planta de Emepa para comprobar el estado de los coches que habían llegado allí casi siete años antes. Lo realizó mediante exhorto el entonces juez federal de Dolores Alejo Ramos Padilla.
Las fotografías tomadal que presentaban los coches dejados en Chascomús en 2007 se le había sumado el hecho de haber quedado a la intemperie. En algunos de los coches comprados para mejorar el sistema de ferrocarriles había crecido una tupida vegetación. No hay fotos de 2021 que documenten qué tanto creció aquella vegetación.
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