Talleres ferroviarios, el alma de la ciudad a través del tiempo
El 1 de marzo se conmemoró el día del ferroviario: la historia del crecimiento y desarrollo de la ciudad está entrelazada con el trabajo duro, durante décadas, que forjaron su destino.
Cada 1 de marzo se celebra el día del ferroviario y también del traspaso de los ferrocarriles ingleses al Estado Argentino, hecho que ocurrió ese mismo día en 1948.
En Junín, las 30 hectáreas que dominan el centro de la ciudad, representan la historia del desarrollo y crecimiento de Junín. Fue la actividad que significó un sentido social comunitario a través de una importante fuente de trabajo, que supo darle vida útil a varias generaciones.
La sirena de los horarios de entrada y salida de los operarios, el pago de cada 7 de mes que se derramaba en los comercios de la ciudad y cada historia familiar ligada a esos Talleres, forman parte hoy de recuerdos inolvidables.
A fines de marzo de 1993 corrieron por última vez ocho ramales ferroviarios, involucrados en trece provincias. No hubo necesidad de parar para que se cumpliera la promesa del entonces presidente Carlos Menem, con su recordada frase “Ramal que para, ramal que cierra”.
Los trenes, que sirvieron al país durante un siglo, pasaron a ser piezas de museo y dejaron pueblos aislados y viajes encarecidos. Y dejaron a Junín como una ciudad administrativa, de comercio y servicios, muy lejos de aquellas décadas de esplendor en las que florecía de la mano de los Talleres ferroviarios.
La ciudad y el riel
Los trenes incidieron muchísimo en el crecimiento de la ciudad, desde que llegó a Junín la primera locomotora del Ferrocarril Buenos Aires al Pacífico, exactamente el 15 de febrero de 1886.
El sábado 30 de octubre de ese año el Ferrocarril Buenos Aires al Pacífico inauguró un pequeño taller en Junín, con 9 operarios. Dos meses después ya trabajaban 51 obreros.
En 1906 se produjo la remodelación de las instalaciones, construyéndose grandes galpones. En esa época había 1.600 operarios.
A fines de 1926, los talleres contaban con todas las instalaciones necesarias para carpintería, fundición, ajustaje, usina eléctrica, herrería, caldería, tornería, pinturería y aserradero. El número de operarios había crecido a 3.500.
En la década de 1930 los talleres fabrican la carrocería del primer coche motor del Ferrocarril Pacífico. En sus momentos de esplendor, llegó a ser fuente laboral para 6000 familias juninenses.
Características
La superficie total ocupada por los talleres era de 289.000 m2, llegando a tener casi 70.000 cubiertos, distribuidos de la siguiente manera:
* 14.026 m2 Reparación de coches.
* 11.059 m2 Reparación de coches motores.
* 20.493 m2 Reparación y fabricación.
* 21.258 m2 Mantenimiento servicios auxiliares.
La superficie de trabajo a cielo abierto comprendía un área de casi 21.000 m2.
La red de vías interna tenía 29.300 m de longitud, permitiendo el movimiento de los vehículos que se someten a reparación en las diferentes secciones del taller.
Después de 1993, esas 30 hectáreas se transformaron casi en un basural a cielo abierto. Recién en los últimos tiempos, se está intentando dar utilidad al predio ocioso, más allá del lugar ocupado por la Cooperativa de Trabajo Talleres Junín.
El sector de Rivadavia y Jean Jaures se está transformando en un paseo para todo público, el Complejo polideportivo “Beto Mesa” sobre Primera Junta y Alvear brinda un espacio de contención y actividades recreativas para los juninenses y al lado, se está construyendo el nuevo edificio del Registro Civil número 2.
Por otra parte, la UNNOBA aportó su grano de arena: sobre calle Newbery se erige el comedor universitario, que este año podría ponerse en marcha.
Con distintos usos, el espacio está siendo optimizado y recuperado para la comunidad. Mientras el viejo sonido de las locomotoras permanece clavado en la memoria juninense.
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