Haedo: El nacimiento de la estación y los talleres
BUENOS AIRES 7 Abr(Diario Anticipos).- Haedo: El nacimiento de la estación y los talleres. El casco histórico de Haedo, conocido como “área ferroviaria» comprende 31 hectáreas que pertenecen al ferrocarril e incluyen los Talleres Ferroviarios de Haedo, la Imprenta Ferroviaria y las Oficinas del Jefe de Estación.
Haedo: El nacimiento de la estación y los talleres. Aquí se cruzan dos líneas: el Ferrocarril Sarmiento (Once – Moreno) y el Ramal Haedo – La Plata. Las dos estaciones con sus andenes completan el paisaje en conjunto con la antigua estación, la casa del jefe de estación, los edificios que estuvieron destinados a oficinas e imprenta, el antiguo centro asistencial de salud de la empresa y los talleres.
Los “talleres” están conformados por galpones, oficinas y dependencias emplazadas en las cercanías del Playón o Playa de Maniobras, subdividido en Playa Norte y Playa Sur.
También se encuentran el Depósito de Locomotoras, la Imprenta Ferroviaria, las Oficinas de Jefe de Estación (más tarde Escuela de Capacitación Ferroviaria), la sección de Señales y Telégrafos (sobre Av. Rivadavia desde la calle Libertad hasta Concordia), el Depósito de Vehículos de Playa Norte (cerca de la calle Rawson), el Depósito de Almacenes, el Distrito Haedo (una rama del departamento vía y obra), el Taller Central (dedicado a barreras y señales), el Depósito de Encomiendas y una mesa inversora.
El Depósito de Locomotoras
Creado en el año 1857 este espacio surgió por necesidades del “Ferrocarril Oeste» ya que se necesitaba un espacio para arreglar y acondicionar los coches. Tres años después se construyeron galpones de madera contiguos a la Estación.
En 1862 el Ferrocarril Oeste pasó a manos de Provincia y cuatro años después comenzaron a edificarse nuevos talleres llamados Centro América ubicados en las cercanías de la Estación Once, que luego serían trasladados a Tolosa.
Para el año 1890, sería la firma inglesa “The Buenos Aires Western Railway” la que se haría cargo del Ferrocarril Oeste. Junto al Ferrocarril Sud comenzaron a explotar porciones de sus líneas en conjunto y, al ver que no funcionaba, una parte del Ferrocarril Oeste fue vendida al Sud. En 1904 se firmó para que se construyera el Depósito de Locomotoras de Haedo dedicado al alistamiento y a la reparación media y parcial.
La Estación Haedo siempre tuvo una importancia estratégica ya que conectaba el Ferrocarril Oeste con el ramal que iba a La Plata. De hecho, surgió antes la necesidad de conectar la capital Buenos Aires y el Puerto de Ensenada con las líneas que llegaban hasta Capital Federal.
Sin embargo, estos destinados no cumplieron con las expectativas que tenían cuando lo idearon lo que cambió el lugar de Haedo: ya no era visto como punto de conexión si no como complejo técnico.
En 1896 con la creación del ramal Liniers-Riachuelo se necesitó ampliar las secciones técnicas en los alrededores de la Estación Haedo y se levantó un Galpón de Locomotoras y se montaron los talleres de carpintería, herrería, pinturería, señales y Oficina de Ingeniero. También se construyó un Galpón de Almacenes, se instaló una báscula para vagones y un embarcadero de animales.
El taller de Haedo vs. El de Tolosa
En 1904 el Ferrocarril Oeste debía dejar de utilizar los Talleres de Tolosa según lo acordado con el Ferrocarril Sud. Se estima que los Talleres de Haedo y el edificio del Depósito de Locomotoras se construyeron en ese año, luego de que se inauguraran los talleres de Liniers.
Varios ferroviarios confirman la existencia del primer galpón de 1896: Aseguran que el primer depósito que hubo en Haedo, precario en comparación con el de Tolosa, quedaba detrás de la Imprenta, salían a la calle Libertad.
El Depósito de Locomotoras ubicado en la Playa Sur era un galpón donde se construyeron las oficinas de los jefes de la división, las oficinas del personal administrativo y la de Control de Trenes, la bodega o pañol, la tornería, fundición, la calderería, carpintería, la herrería, mecánica y albañilería.
Dicho lugar estaba destinado a la reparación parcial y media de las locomotoras a vapor de los trenes de carga y de los pasajeros de media distancia. Las máquinas se alistaban luego de cada viaje.
En cambio, los talleres de Liniers eran utilizados para reparaciones generales o roturas más graves. También se hacia un mantenimiento a los más de 250 km recorridos.
El 1923 se electrificó el servicio Once – Moreno y los trenes de carga y de pasajeros de media distancia a Mercedes y Lobos quedaron en manos de los trabajadores de Haedo. Los talleres de Castelar se encargaron de las locomotoras eléctricas.
El proceso de preparación de los coches
En Haedo, se cargaba el combustible y a la locomotora a vapor se le limpiaba el horno y se le cargaba carbón y agua. En el caso de las petroleras se calentaba y cargaba el combustible.
Luego en la rueda giratoria los movedores rotaban locomotoras para que se deslizaran hasta las fosas donde pasaban por el alistamiento que incluía revisión general de la máquina, limpieza, control del arenero y el sistema de vapor, carga de arena y carbón o petróleo, y se revisaba el funcionamiento de los frenos, inyectores, lubrificador y luces.
En las vías ocho, siete y once se estacionaban las locomotoras que no se utilizarían o que debían ser reparadas.
Los talleres trabajaban las 24 horas con cuatro turnos: tres rotativos de ocho horas (de 4 a 12, de 12 a 20 y de 20 a 4 horas) y un turno dividido en dos bloques de cuatro horas con un intervalo de 12 a 14 horas.
Los operarios que cubrían el horario de ocho horas estaban dedicados al alistamiento diario y no tenían horario de descanso ni almuerzo. Quienes disfrutaban del turno de ocho horas con intervalo de dos horas, eran los que realizaban las reparaciones medias y podían acercarse a los bares de la Av. Rivadavia.
El trabajo en el taller era pesado y sucio por el constante contacto con el carbón de las máquinas a vapor y el petróleo por lo que los trabajadores solían asistir al galpón con ropa vieja y alpargatas de yute aún frente al riesgo de las altas temperaturas de las máquinas.
La Imprenta
La “Imprenta del Ferrocarril Oeste”, ubicada sobre la Av. Rivadavia, formó parte del área técnica instalada en la estación Haedo desde 1897. En el medio fue trasladada a Remedios de Escalada, y se restableció en Haedo en 1950.
Su función era almacenar toda la papelería de la empresa como hojas con sellos, facturas, guías de carga, formularios con tapas, papeles de envío, rótulos de los vagones, los horarios de los trenes, formularios con carbónicos dobles, boletines semanales con el estado de las vías y vacantes en puestos de trabajo.
Su edificio contaba con dos oficinas pequeñas y una habitación más grande donde trabajaban unos 75 obreros entre linotipistas, tipógrafos, imprenteros y encuadernadores que debían realizar una capacitación del oficio: Los jóvenes ingresaban como aprendices en el sector de encuadernación y podían ascender hasta ser administrativos o gerenciales.
La jornada laboral era de seis horas desde las 06:00 aunque los obreros ingresaban quince minutos antes para vestirse con el uniforme ferroviario: pantalón azul y saco.
Sobre los oficios
Los linotipistas trabajaban con una máquina que creaba moldes de los textos a imprimir. El linotipista transcribía el texto original pulsando teclas con las que seleccionaba los caracteres tipográficos. El molde de la letra elegida se situaba en un centro donde seguida de otras letras formaban las palabras y espacios del texto a imprimir.
Las palabras se encajaban en la pletina (un rectángulo de metal con las medidas de la página) y cuando una línea era finalizada, pasaba a una caja de fundición donde entraba el plomo fundido y formaba un lingote que constituía una línea de caracteres de imprenta.
Los tipógrafos trabajaban alrededor de un mueble de madera conocido como “burro” el cual contaba con una superficie donde se armaba el molde y finos cajones que guardaban lingotes de líneas de caracteres categorizados por letras, estilos y tamaños. Compaginaban los lingotes cuidando la disposición de oraciones y espacios en un trabajo insalubre por el contacto con el plomo y el bronce.
El regente supervisaba el trabajo y recibía el molde armado por los linotipistas y tipógrafos en una tabla, elegía el papel y se lo entregaba al maquinista que iniciaba la impresión: las tablas pasaban por la tinta y se fijaban en el papel.
Las impresiones terminaban en el taller de encuadernación, ubicado en otro edificio que contaba con 25 obreros. Había cinco mesas donde se agrupaban las copias, se las abrochaba, se les ponía tapas de cartón.
El guillotinista daba el recorte final y la producción era guardada en un depósito detrás del edificio central.
Bibliografía
Javier F. García Basalo “Orígenes del Pueblo Mariano Haedo” 2001, Argentina
Jorge E. Waddell “Ferrocarriles argentinos: 60 años de decadencia” en Revista Todo es Historia Nº509, Diciembre 2009 “Esplendor y ocaso de los Ferrocarriles”
Boletín ferroviario, 1969-70
Daniel Luis Rodríguez, Los Primitivos Talleres Centro América – Boletín de Historia Ferroviaria Nº11
Graciela Sáez “Un proyecto para el Área Ferroviaria de Haedo” en Revista de Historia Bonaerense Nº28.
Susana Boragno, “Los talleres ferroviarios en la geografía del barrio de Liniers” en Revista de historia Bonaerense” Nº28
Rogind William “Historia Ferroviaria del Sud”1937.
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