De Viedma a Bariloche en tren - Estos locos siguen viaje
BAHIA BLANCA 9 Jul(LNP).-
Ariel Scolari mira por la ventanilla del Tren Patagónico. Se guarda para siempre la imagen.
El puente Ñirihuau lo deja con la boca abierta.
Hay un arroyo allá abajo. Te asomás por la ventanilla y ves el precipicio. Son más de 300 metros sin baranda...
Scooby sigue con su pasión por el ferrocarril. Cada vez que puede habla con los que trabajaron y trabajan en los trenes. Le encantan las historias, los datos, las fotos, las anécdotas, los objetos... todo lo que tenga que ver con las vías.
Siempre me gustó este mundo.
Su abuelo Américo lo llevaba a él y a su hermano a la estación Meridiano Quinto, en La Plata, donde nació y vivió sus primeros años.
Había un galpón de locomotoras. Teníamos nuestra propia ropa de fajina y las zapatillas Flecha azules que se usaban antes. Volvíamos a casa llenos de gasoil...contó alguna vez en La Nueva.
Hace unos días se dio un gusto: hizo el viaje en el Tren Patagónico que tenía frustrado de otros tiempos.
Partió con otros 4 fanáticos desde Viedma y 18 horas después llegaron a Bariloche. Marcelo Arcas, Jorge Waddell, Jorge Fayerti y Jorge Camporeale acompañaron a este platense ya bahiense- en esta aventura por la provincia de Río Negro.
Hace 3 años tenía pensado hacerlo, pero no pude. Estos locos me dijeron “vamos a hacer el viaje, ¿te sumás?”...
¿Y qué se hace en 18 horas arriba de un tren?
El viaje se nos pasó volando. Hablamos de trenes todo el tiempo. Ellos son más grandes que yo y empezamos a comparar épocas... Pero sin entrar en discusiones políticas, eh.
Si bien el Patagónico tiene mucho de turístico, también cumple un rol social de llegar a lugares a los que llega casi nada.
Uno anda por la Patagonia y parece que el tiempo se detuvo. Pensar que muchas veces desde un escritorio y con un decreto que se firma así nomás se decide la vida de alguien que está en esos lugares, que vive con 25 grados bajo cero y que la única comunicación que tiene con el mundo es un tren. Son lugares en los que hasta falta la señal de celular dice Ariel.
Cuando se hizo de noche, Ariel y sus compañeros se fueron hasta el coche comedor, uno de los 11 vagones que “corren” como se dice en el ambiente entre Viedma y Bariloche. También van Camarote, uno para llevar autos, Pullman, Primera...
Se cena muy bien. Hay menús fijos. La comida es muy buena y el precio también.
Tienen la camiseta del ferrocarril repuesta. Te dicen: "Este es nuestro trabajo y lo tenemos que cuidar". Siempre están con buena predisposición y buen humor.
No sólo hubo cena en el coche comedor. Cuando llegó la madrugada vinieron los mates, los cafés y las historias.
Llegando a Bariloche, Ariel se dio un gustazo.
Viajé en la máquina porque tengo un permiso. Fueron los últimos 200 kilómetros. Ya había viajado en una máquina... Fue bárbaro. Fuimos viendo cómo se trabaja.
¿Y cómo es eso?
Más que nada lo que se manejan son las velocidades. Los viejos dicen: “El tema es frenarlo”.
Lo que será difícil de frenar es la pasión de estos locos por el ferrocarril. De estos locos que van y vienen por las vías que quedan.
En las 18 horas hasta allá dormí sólo una hora. La idea es disfrutar del viaje... de estar ahí arriba.
Fotos: gentileza Ariel Scolari. Video: Youtube / Andrés Jorge Gebhardt
No hay comentarios.:
Publicar un comentario