Caprichos de Salta: El Tren
SALTA 13 Jun(Informate Salta).-Salta está llena de caprichos, todos ellos recorren cada uno de los rincones de nuestra ciudad para algunos de manera inadvertida y para otros no. No te pierdas una nueva entrega de la ficción de Javier Camps en InformateSalta.
tren
Dicen que hay un tren que llega a Salta, cada noche, que viene de no se sabe dónde. Llega y se detiene durante un momento a esperar a quién sabe quién. A la hora que llega, generalmente, no hay pasajeros en el andén. Poca gente lo ha visto y ninguno de ellos ha subido a la formación. Se sospecha que el miedo al destino y la aprensión que produce sus asientos vacíos que parecen recrear el abismo, son implacables al momento de decidir el abordaje.
Claro está, la mayoría de la gente no sabe a dónde quiere ir, que no es lo mismo que querer irse o tener que hacerlo; sacar un rato los pies del suelo, a menudo, es un riesgo que nadie quiere correr, a menos, que solo sea para subirse a una cama o a una escalera; pero subirse a algo que se mueve, ignorando si alguna vez se va a detener es un desafío importante, sobre todo porque la decisión de abandonar el viaje podría no existir. Paradójicamente, dentro del mundo conocido, la gente siempre es llevada y nunca piensa en hacer valer su voluntad… pero ese es otro tema… ¿o no?
Cuentan, de vez en cuando, los viejos que se juntaban en el Bar Madrid, y hoy dan vueltas por las calles cercanas a la estación, invisibles a los ojos de todos, que en un cruce que nunca se vio, el tren, abandona las vías y toma un rumbo fantástico. Es cierto y no se puede negar de ninguna manera, que estos muchachos están quemados por las penas y el vino barato, por lo tanto, algunas de las cosas que cuentan son más que dudosas. Todos los relatos tienen componentes terroríficos aunque algunos pueden entenderse como pruebas de carácter y resurrección. Siempre me crucé con los mismos mitos urbanos con variaciones hasta que mi búsqueda tuvo un premio tan grato como inesperado.
En un manuscrito que hallé en un lugar de esos donde parece que no hay nada que buscar encontré más información acerca del tren. El mito tiene un carácter colectivo y no particular, como el resto de las historias fantásticas generadas en esta y otras ciudades. Este tren no es fantasma. No recorre las peores zonas de las conductas y las emociones humanas. Parece que el convoy no sale de la ciudad; sino que la recorre. La recorre varias veces. Tres vueltas se pueden dar. La ciudad parece otra. La primera vuelta muestra todo eso que no se ve ni quiere ver; las desgracias y malditas cargas históricas, algo parecido al mito de El Esteco. En la segunda vuelta se aprecia una suerte de revolución, calles llenas de gente en estado de gracia, celebrando. El último viaje muestra una ciudad nueva, tan distinta que para el sentir actual parece distante o ajena a los anhelos de hoy.
El tren recorre esos lugares por los que se planeó que nunca debiera existir una vía de ferrocarril y, según reza el manuscrito, si alguien viaja en él y se anima a soñar e imagina una vida mejor, se va transformando todo ante los ojos. Ese registro se transformará en destino y cuanto más generoso y brillante sea el deseo, más chances de alcanzarlo habrá. El tren recorre toda la ciudad, va hilvanando la vida de cada uno de los vecinos y se los muestra al pasajero que ha tomado el riesgo de ver y sentir el verdadero espíritu de la Ciudad de Salta.
El tren espera, dice el autor del texto, a quien o quienes se suban a imaginar el mejor destino. Las vías existen, el tren también. Lo que falta es la voluntad para viajar al futuro… imaginarlo, sentirlo y construirlo. El tren pasa siempre. El tren necesita pasajeros soñadores. Los soñadores jamás se bajan de sus sueños y jamás se bajarán de ese tren.
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Dicen que hay un tren que llega a Salta, cada noche, que viene de no se sabe dónde. Llega y se detiene durante un momento a esperar a quién sabe quién. A la hora que llega, generalmente, no hay pasajeros en el andén. Poca gente lo ha visto y ninguno de ellos ha subido a la formación. Se sospecha que el miedo al destino y la aprensión que produce sus asientos vacíos que parecen recrear el abismo, son implacables al momento de decidir el abordaje.
Claro está, la mayoría de la gente no sabe a dónde quiere ir, que no es lo mismo que querer irse o tener que hacerlo; sacar un rato los pies del suelo, a menudo, es un riesgo que nadie quiere correr, a menos, que solo sea para subirse a una cama o a una escalera; pero subirse a algo que se mueve, ignorando si alguna vez se va a detener es un desafío importante, sobre todo porque la decisión de abandonar el viaje podría no existir. Paradójicamente, dentro del mundo conocido, la gente siempre es llevada y nunca piensa en hacer valer su voluntad… pero ese es otro tema… ¿o no?
Cuentan, de vez en cuando, los viejos que se juntaban en el Bar Madrid, y hoy dan vueltas por las calles cercanas a la estación, invisibles a los ojos de todos, que en un cruce que nunca se vio, el tren, abandona las vías y toma un rumbo fantástico. Es cierto y no se puede negar de ninguna manera, que estos muchachos están quemados por las penas y el vino barato, por lo tanto, algunas de las cosas que cuentan son más que dudosas. Todos los relatos tienen componentes terroríficos aunque algunos pueden entenderse como pruebas de carácter y resurrección. Siempre me crucé con los mismos mitos urbanos con variaciones hasta que mi búsqueda tuvo un premio tan grato como inesperado.
En un manuscrito que hallé en un lugar de esos donde parece que no hay nada que buscar encontré más información acerca del tren. El mito tiene un carácter colectivo y no particular, como el resto de las historias fantásticas generadas en esta y otras ciudades. Este tren no es fantasma. No recorre las peores zonas de las conductas y las emociones humanas. Parece que el convoy no sale de la ciudad; sino que la recorre. La recorre varias veces. Tres vueltas se pueden dar. La ciudad parece otra. La primera vuelta muestra todo eso que no se ve ni quiere ver; las desgracias y malditas cargas históricas, algo parecido al mito de El Esteco. En la segunda vuelta se aprecia una suerte de revolución, calles llenas de gente en estado de gracia, celebrando. El último viaje muestra una ciudad nueva, tan distinta que para el sentir actual parece distante o ajena a los anhelos de hoy.
El tren recorre esos lugares por los que se planeó que nunca debiera existir una vía de ferrocarril y, según reza el manuscrito, si alguien viaja en él y se anima a soñar e imagina una vida mejor, se va transformando todo ante los ojos. Ese registro se transformará en destino y cuanto más generoso y brillante sea el deseo, más chances de alcanzarlo habrá. El tren recorre toda la ciudad, va hilvanando la vida de cada uno de los vecinos y se los muestra al pasajero que ha tomado el riesgo de ver y sentir el verdadero espíritu de la Ciudad de Salta.
El tren espera, dice el autor del texto, a quien o quienes se suban a imaginar el mejor destino. Las vías existen, el tren también. Lo que falta es la voluntad para viajar al futuro… imaginarlo, sentirlo y construirlo. El tren pasa siempre. El tren necesita pasajeros soñadores. Los soñadores jamás se bajan de sus sueños y jamás se bajarán de ese tren.
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