Nuestros ferrocarriles
Por Osvaldo Enrique Arriaga
MENDOZA 16 Mar(Los Andes).-Aquello que fue admiración de muchos países, por la cantidad de vías férreas que tenía Argentina y lo bien que andaban los ferrocarriles, se convirtió en un drama para el país, cuando éstos fueron tomados por el Estado nacional y nacionalizados. No es que su nacionalización haya sido un error, sino que el problema se presentó después, cuando las administraciones posteriores y la política que comenzó a intervenir en ellos, los convirtieron en un agujero negro por el cual se disipaban los dineros del pueblo.
La mala administración de los ferrocarriles del Estado era lo que más indignaba a los contribuyentes. De las ganancias de estos ferrocarriles debía salir el dinero para las escuelas públicas, pero no había ganancias, sino tan sólo deudas y, por lo tanto, tampoco había escuelas.
Cada día andaban peor hasta que llegó un momento, en que por intervención gremial, se detenían los trenes en medio del camino y el sufrido viajero, debía esperar horas y horas, hasta que nuevamente reanudaban la marcha.
La cuestión era tan escandalosa en lo que compete a la administración ferroviaria, que tuvieron que privatizarlos para que no terminara fundido el Estado.
Y aquellos ferrocarriles que en manos extranjeras fueron la maravilla de nuestro país, poco a poco fueron desapareciendo, arrastrando con ello, a pueblos enteros que de él dependían.
Mendoza tiene experiencia en ello, ya que existen lugares que si bien no desaparecieron, se detuvieron en el tiempo cuando los trenes dejaron de pasar por sus calles.
El tren fue sustituido por camiones, que cada día con más volumen de carga, circulan por todos los caminos de la patria.
Quizá algún día, vuelvan a surcar nuestro territorio, remozados, actualizados, ya que son mucho más cómodos y rápidos que un ómnibus por más modernos que sean. Trenes en los se pueda viajar durmiendo en cómodos camarotes, o tomar un almuerzo o cena en buenos vagones. No es lo mismo viajar apretados en un colectivo, que poder caminar por los pasillos, dormir o tomar un refrigerio en cómodos sillones en el coche comedor. Y con suerte, quizá podamos tener trenes de alta velocidad como en Europa, en que un
viaje de cientos de kilómetros, termina haciéndose en pocas horas.
Por supuesto que el ser humano vive mucho de sueños y esperanzas. Y esta es una de aquellas que muchos esperamos se haga realidad.
Osvaldo Enrique Arriaga
Abogado
DNI 6.800.735.
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