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miércoles, 11 de enero de 2017

Museo Bajo Tierra

Un gran museo bajo tierra: el paseo entre el arte y la historia que ofrece el subte porteño
 
CAPITAL FEDERAL 11 Ene(Clarin).-En 86 estaciones se pueden ver 450 obras, desde las de maestros como Quinquela hasta las de muralistas callejeros. 
Y hay homenajes, entre ellos, el dedicado a las víctimas del atentado en la AMIA.Debajo de las calles de Buenos Aires, hay una ciudad paralela dominada por los 54 kilómetros de la red de subterráneos. Y aunque las 1.200.000 personas que la recorren a diario pocas veces se detienen a mirar a su alrededor, el subte bien merece ser considerado un paseo en sí mismo. En sus 86 estaciones se esconden historias, pequeños museos y se desarrolla una galería de arte bajo tierra con 450 obras de diferentes artistas.Inaugurada en 1913, la A fue la primera línea de subte de Latinoamérica y la 11° del mundo. Sus estaciones fueron declaradas Monumento Histórico Nacional en 1997. Una de las más características es Perú, que transporta al visitante a comienzos del siglo XX, con 40 obras de Pedro Cuevas que reproducen publicidades de época. Las imágenes muestran la moda de Gath & Chaves o de Harrods, las bondades del purgante Ricinol y tientan con el vermú Henzi. Mientras, en Congreso hay una vitrina con objetos del Museo Parlamentario, incluyendo una banca.
Independencia. En la estación de la línea C, mayólicas tipo españolas. Juano Tesone

Los motivos de las obras van del tango, el fútbol y los paisajes del país al atentado a la AMIA.El legado del primer subte convive con las obras de 40 artistas, que ornamentan las 18 estaciones de la línea que une Plaza de Mayo con San Pedrito. Desde los trabajos de Guillermo Roux en San José de Flores, inaugurada en 2013, hasta el arte urbano de Gualicho, Pum Pum, Parbo, Larva y otros muralistas callejeros en Carabobo.
Roux. El artista, junto a una ampliación de su obra en San José de Flores. Raúl Pera

La línea B empezó a funcionar en 1930. Inicialmente sólo circulaba entre Lacroze y Callao, pero en 1931 la extendieron primero hasta Carlos Pellegrini y después hasta Alem. Hoy llega hasta Villa Urquiza y cuenta con 17 estaciones intervenidas por 91 artistas. Como Dorrego, donde se desarrolla un bosque subterráneo creado por Federico Bacher. O Medrano, que invita a participar en un baile callejero retratado por Martín Ron, Martín Agazzi y Leti-B. Mientras, en Echeverría, Carolina Antoniadis pintó personas superpuestas en un mismo espacio, casi como los usuarios del subte.
Subte B. Memoria por el atentado en la AMIA, en 1994. / Diego Waldmann

Esta línea, además, apela a la memoria en la estación Pasteur-AMIA. Allí hay un centro de interpretación del atentado a la mutual ocurrido el 18 de julio de 1994. En un andén está la réplica del muro negro que rodeó las ruinas del edificio, con los nombres de las 85 víctimas escritos por sus familiares. También hay un reloj que marca las 9.53, la hora de la tragedia. El minutero no avanza, como no avanza la Justicia. Además hay ilustraciones de 25 artistas, entre ellos Caloi, Crist, Fontanarrosa, Langer, Maitena, Daniel Paz, Rep, Rocambole, Sábat y Sendra.
Justicia. En la estación Uruguay, cerca de Tribunales. / Guillermo Rodríguez Adami

La línea C, que sale de Constitución, empezó a funcionaren 1934 hasta Diagonal Norte y en 1936 llegó a Retiro. Le decían “la línea de los españoles”, porque fue construida por la Compañía Hispano-Argentina de Obras Públicas y Finanzas. Sus estaciones invitan a conocer los paisajes de España, recreados en mayólicas. “No hay más vencedor que Dios”, dice en árabe un friso en Independencia, con el estilo nazarí de Granada. En el andén hacia Retiro hay un mural con imágenes de esa ciudad y de Córdoba, Ronda, Palos y Huelva. En el de enfrente, hay otro con escenas sevillanas. Ambos se basan en bocetos de Martín Noel y Manuel Escasany y fueron realizados por Hijos de Ramos Rejano en Sevilla.La última estación que sumó la línea fue San Martín, en 1937. El artista Rodolfo Medina la decoró con ocho frisos en cemento policromado que representan las campañas de liberación de Chile y Perú. En 1994, agregaron una obra de Luis Felipe Noé, que refleja la diversidad geográfica de la Argentina, y otra de Luis Fernando Benedit con paisajes patagónicos. Y el año pasado se incorporó una obra en mosaico de Marcela Mouján, que continúa dentro del subte la vegetación de la Plaza San Martín.La Hispano-Argentina también hizo la línea D, que empezó a circular en 1937, y también recurrió a las mayólicas y los murales para los andenes. Así, en Tribunales, hay unos que conmemoran las dos fundaciones de Buenos Aires. Y en el piso de Plaza Italia, están reproducidas en cerámicos las obras “Trabajo en el puerto de Buenos Aires” y “La descarga de los convoyes”, de Quinquela Martín. En 2014, Marino Santa María intervino el techo y las columnas del vestíbulo de esa estación inspirándose en los jardines Zoológico y Botánico vecinos. Con la técnica catalana del trencadís, que consiste en armar mosaicos con azulejos rotos, hizo plantas, flores y animales exóticos.
Messi. En la estación José Hernández del subte D, un homenaje al futbolista jugador argentino con fotos y pinturas. / EFE

Mientras, José Hernández es la estación más futbolera de la red: la convirtieron casi en un templo a Lionel Messi. La estación está tapizada con imágenes de la “Pulga” y hay una escultura de Lío que cambia según el lugar desde donde se la mire. Todo esto convive con cuatro murales en cerámica de cuadros de Raúl Soldi.Y La línea D del subte homenajea a Messi con una intervención gráfica.Inaugurada en 1944, la línea E tiene 15 estaciones, donde los murales sobre hitos históricos y paisajes típicos coexisten con el arte contemporáneo. En Belgrano, por ejemplo, en 2015 Mariano Ferrante hizo una serie de murales, curados por Santiago Bengolea, en los que se repiten un círculo y una media luna, en una reflexión sobre el movimiento y el espacio.Esta línea también recuerda la historia reciente. El 25 de marzo de 1977, Rodolfo Walsh fue emboscado en San Juan y Entre Ríos por un grupo de tareas comandado por Alfredo Astiz. El escritor se resistió con una pistola calibre 22. Le respondieron con una ráfaga de FAL y él cayó gravemente herido. Allí, junto a la estación Entre Ríos, lo subieron a un auto y se lo llevaron. Algunos sobrevivientes declararon que vieron su cuerpo en la ESMA. Nunca apareció, pero desde 2013 la estación lleva su nombre.La línea H, inaugurada en 2007, fue concebida como un “Paseo Turístico Cultural Subterráneo del Tango”. En la estación Hospitales, Leandro Frizzera y Martín Ron pintaron murales de Ángel Villoldo y Tita Merello. Mientras, Hermenegildo Sábat recreó pasajes de la vida de Julio de Caro junto a Astor Piazzolla y Eduardo Arolas en Caseros y homenajeó a Aníbal Troilo en Once. En Venezuela, el ilustrador Carlos Nine reconstruyó la vida de Osvaldo Fresedo. En Corrientes, los maestros del filete Jorge Muscia y Alfredo Martínez retrataron a Discépolo y a Gardel. Y en Las Heras, Marino Santa María rindió culto a Hugo del Carril.
Sábat. El maestro, periodista de Clarín, homenajeó al tango en 2000. / Ricardo González

La línea más nueva también recuerda al fundador de la Comunidad Homosexual Argentina: en diciembre, la Legislatura aprobó bautizar a la estación de Santa Fe y Pueyrredón como “Santa Fe-Carlos Jáuregui”. Y es en esta esquina emblemática para la comunidad LGBT que termina este paseo por parte de las historias que guarda el subte porteño.

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