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jueves, 30 de enero de 2025

“Un desmadre urbano”

Countries, villas, campo… Los 100 km del tren Sarmiento que muestran la disparidad del conurbano
  
AMBA 30 Ene (La Nacion).-Veintinueve estaciones, tres horas, 94 kilómetros. De Once a Mercedes, pasando por Ramos Mejía, Moreno, Castelar e Ituzaingó, entre otras estaciones, el tren Sarmiento cruza, además del oeste de la ciudad de Buenos Aires, los tres cordones del conurbano. A medida que avanza, el paisaje irá perdiendo el asfalto y la altura de las construcciones. Después de Luján se hará cada vez más rural.

Pero el recorrido no es homogéneo y su traza es apenas un ejemplo que permite observar la disparidad que caracteriza al conurbano, un territorio eterno e inabarcable en donde conviven countries con villas, bolsones de riqueza y de pobreza con espacios de clase media. Así lo demuestra el análisis de LA NACION Data, que utilizó el Censo 2022 y la geolocalización de las estaciones del tren Sarmiento.

En General Rodríguez por la ventana se ve el movimiento típico de una ciudad, una avenida copada por diferentes locales: una frutería, una verdulería o una panadería. Apenas dos estaciones antes, en Pablo Marín, a unos 10 minutos, no hay asfalto y las construcciones son más precarias. Y una estación después, en La Fraternidad, se registra el mayor porcentaje de hacinamiento de todo el recorrido.


Porcentaje de hogares con hacinamiento

“Bajo el mismo nombre se designa una variedad de regiones imposible de clasificar. Esa diversidad es también fragmentación y muestra un rostro cada vez más inquietante: la desigualdad”, escribe Carlos Pagni en su libro El Nudo.

En Pablo Marín y La Fraternidad, menos del 15% de los hogares tienen acceso a la red pública de agua, el porcentaje de hacinamiento supera el 15% y menos del 7% de los vecinos mayores de edad terminó los estudios universitarios. En Rodríguez, en cambio, un 86,3% de los hogares puede acceder al agua, el hacinamiento baja al 3% y el 14% de sus habitantes cuenta con un título.

Algo similar ocurre en Castelar, en donde las vías del tren están rodeadas por dos avenidas y edificios. Tiene más de un 95% de acceso al agua de red pública, un porcentaje de hacinamiento menor al 1% y más del 30% de los vecinos mayores de edad completaron los estudios universitarios. Estos datos se limitan a la zona que rodea a la estación (500 metros).

Porcentaje de hogares con agua de red pública

Unas nueve estaciones después está Lujan y su paisaje verde es cada vez más descampado. Allí aún no ha llegado la renovación de las estaciones y ni siquiera hace falta pagar el boleto. “No se paga el tren, es gratis,” le dice un señor a otro que está por subir.
La traza del tren Sarmiento arranca en Once y va atravesando las diferentes capas del conurbano

“Las pautas observadas en los gráficos muestran en conjunto una imagen sintética de la desigualdad, una característica saliente de la estructura social de la Región Metropolitana de Buenos Aires, y que podríamos extender a la Argentina urbana en general”, coincide Pablo Dalle, investigador del CONICET y del Instituto de Investigaciones Gino Germani-UBA, sobre la traza del segundo tren más utilizado del AMBA. Y agrega: “La Región Metropolitana de Buenos Aires presenta una evolución similar de pobreza, desempleo y desigualdad de ingresos que el conjunto de la Argentina urbana por su peso poblacional y porque condensa en buena medida su heterogeneidad social y cultural”.

Porcentaje de habitantes con educación universitaria

Santiago Poy, licenciado en Sociología y doctor en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires, también describe una “marcada heterogeneidad social que corresponde bastante con la distribución territorial”. “En el área de Buenos Aires que estamos mirando hay básicamente cuatro realidades distintas: la de la ciudad de Buenos Aires y la del primer, segundo y tercer cordón, que son bastante distintas”, dice.

Ajeno a cualquier planificación, el conurbano bonaerense fue creciendo a su propio ritmo convirtiéndose en un gran mosaico de clases sociales que hoy se extiende a 24 partidos en donde vive casi el 15% del país: 6.674.598 personas.

Porcentaje de niños y adultos mayores

Agustín Salvia, sociólogo y doctor en Ciencias Sociales, marca dos momentos para explicar el desarrollo del conurbano bonaerense: su crecimiento a la par de las vías férreas hasta los años setenta y un nuevo momento de expansión en los noventa con la llegada de los countries y barrios cerrados.

“En los setenta se vivía un proceso de urbanización, de creación de clases medias e integración del gran Buenos Aires. A partir de ahí se interrumpe y se van cristalizando las zonas dentro de ese conurbano sin posibilidades de salir de la precariedad. Pero como la población sigue creciendo y ya no hay probabilidad de asentamiento en las villas, dejan de ser barrios de transición para constituirse en asentamientos que ya no pueden tener procesos de movilidad ascendente tampoco, ya sea porque el jefe de hogar no termina el primario, o va a faltar el agua, la cloaca, la electricidad, la conectividad”, relata el investigador del CONICET. Y describe así cómo se van delineando barrios: sin una traza cuadricular, con formas irregulares y en muchos casos sin registro de quienes son los propietarios.

“En los noventa comienza otro proceso de ocupación y empiezan a asentarse espacios residenciales de altos ingresos. No es que se instalan en un lugar donde había barrios marginales sino en zonas rurales. A la par se produce el crecimiento de población marginal en los alrededores. Sobre el segundo cordón ya se habían montado las villas más permanentes y ahí se produce un salto al tercer cordón”, describe Salvia. Fue en ese momento cuando se produjo una nueva expansión de las villas.

El recorrido del tren no es homogéneo y permite observar la disparidad que caracteriza al conurbano, donde conviven countries con villas, bolsones de riqueza y de pobreza con espacios de clase media

“El espacio territorial marca esas fuertes desigualdades, pero también las marca el proceso histórico político-económico en Argentina. Es el lugar donde se concentran los mayores niveles de pobreza: por ingresos, por educación, por servicios. Sin embargo, es un lugar que por razones político-electorales o, por el propio empuje de las familias pobres, ha creado su propio mecanismo de integración social”, marca sobre el conurbano.

Y agrega: “La educación pública llega, la salud pública llega, de mala calidad, pero llega. No llega la conectividad, no llega el pavimento, no llega la regularización de esas tierras, pero al mismo tiempo se van creando lazos o vínculos de pertenencia. Se van asentando esos barrios y lentamente van teniendo sus propias dinámicas: ferias, transporte paralelo. Ni siquiera hay expectativas de que llegue al Estado a organizar. Se crea una propia cultura del espacio popular y de la pobreza. No hay expectativas de salir de esa situación. En todo caso de mantenerse y acceder a otros consumos. Se va cristalizando un conurbano pobre que tiene su dinámica vinculada a las privaciones”.

Resultados del balotaje 2023

Salvia marca que el proceso, a su vez, tiende a agravarse en términos de desigualdades. “Las reglas de mercado no van a resolver esto fácilmente. En algún sentido el Estado va a tener que intervenir. Deberían pensar políticas de mayor intervención urbana suponiendo un crecimiento económico con mejoras del empleo. En algunas zonas donde las necesidades básicas insatisfechas no son tan altas puede ser que mejoren, pero los sectores más vulnerables tienen muchas trabas para hacerlo y tienen más incentivos para no hacerlo. Estar en la informalidad les genera beneficios adicionales. El nivel de inversión que requiere esto es muy grande. Muchas veces implica que las familias tengan que hacer inversiones, como por ejemplo para la instalación de cloacas y no siempre están los recursos. Quizás intergeneracional mente podría ocurrir una mejora, pero no en esta generación”, considera.


Señala, a su vez, que es necesaria una política que integre a la ciudad de Buenos Aires y los tres cordones del conurbano: abarca más de 15.000 kilómetros cuadradas y, según el último censo, ahí viven 16.366.641 millones de personas, el 35,9% de la población que habita en viviendas particulares de Argentina.

“Se podría planificar y mejorar lo que hoy es un desmadre urbano, económico y social. Pero requiere de un ente público único. Hoy, la provincia puede llevar adelante políticas, pero cada municipio tiene sus propias políticas. Requiere de políticas coordinadas, si no es un estado, al menos una coordinación del desarrollo económico y social de la región y nadie se atreve a tomar esa decisión porque implica cambios muy importantes en la morfología política. No hay ente que lo planifique y, por lo tanto, nadie está tomando esas decisiones. Las decisiones se toman en cada espacio político de acuerdo a intereses electorales, o a una sociedad que reclama soluciones puntuales”, analiza.

En términos de la dinámica de la estructura social de la Región Metropolitana de Buenos Aires, estudios sobre estratificación y movilidad social intergeneracional del Instituto de Investigaciones Gino Germani presentan un resultado paradójico.

Ya en las últimas estaciones del recorrido, a partir de Luján, el paisaje que se ve desde la ventanilla del tren es cada vez más descampado

“Por un lado, en comparación con otras regiones de Argentina hay mayores tasas de movilidad social ascendente, esto se debe sobre todo porque se asienta población con orígenes sociales bajos que encuentran en la región oportunidades estructurales de ascenso social. Por otro lado, y en contraste con lo anterior, hay menor movilidad relativa que en otras regiones del país, esto significa, un mayor peso del origen de clase social en el destino de clase alcanzado, en particular en los partidos del Gran Buenos Aires donde se concentran los mayores polos de riqueza y enclaves de marginalidad”, explica Dalle.

Y ahonda: “Un mayor peso de la herencia intergeneracional implica amplias ventajas para los sectores privilegiados (patrimonio y puestos laborales directivos, empresariales) y, por el otro lado, desventajas acumulativas de los padres a los hijos (bajos niveles educativos, trabajos informales de muy baja calificación o desempleo estructural y residencia en un barrio sin infraestructura básica) que llevan a la cristalización del segmento marginalizado de las clases populares”.

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