General Lamadrid - El agua arrasó en un pueblo tucumano.
GRAL LAMADRID Tucuman 4 Abr(El Once).-Los pobladores de Lamadrid debieron ser evacuados desde que el río Marapa desbordó e inundó por completo la ciudad. "Las lluvias no dan tregua", aseguraron.Preocupación, miedo, frustración, incertidumbre, llanto y desesperanza fueron los sentimientos por los que atravesaron los pobladores de Lamadrid (110 kilómetros al sur de la capital tucumana) desde que el río Marapa desbordó e inundó esta pequeña ciudad, obligando a sus 4.000 habitantes a abandonar sus casas. La mayoría se instaló en la banquina de la ruta nacional 157 y otros fueron alojados en centros de evacuación en otras localidades cercanas.
GRAL LAMADRID Tucuman 4 Abr(El Once).-Los pobladores de Lamadrid debieron ser evacuados desde que el río Marapa desbordó e inundó por completo la ciudad. "Las lluvias no dan tregua", aseguraron.Preocupación, miedo, frustración, incertidumbre, llanto y desesperanza fueron los sentimientos por los que atravesaron los pobladores de Lamadrid (110 kilómetros al sur de la capital tucumana) desde que el río Marapa desbordó e inundó esta pequeña ciudad, obligando a sus 4.000 habitantes a abandonar sus casas. La mayoría se instaló en la banquina de la ruta nacional 157 y otros fueron alojados en centros de evacuación en otras localidades cercanas.
En la provincia hay más de 5000 evacuados si se suman los de otros lugares como La Invernada, Graneros y villas más pequeñas. Además se estima que más de 2.000 familias se encuentras afectadas de distinta manera en los departamentos de La Cocha, Juan Bautista Alberdi y Graneros. Es la imagen más dramática de la inundación que afecta a 6 provincias y ya dejó más de 10 mil evacuados en todo el país.La preocupación comenzó en la tarde del viernes al informarse que crecía el río debido a que el dique Escaba, ubicado 70 km al oeste, cuadruplicaba su volumen y hasta los septuplicaba de los 50 metros cúbicos por segundo iniciales. "Mirábamos hacia el río constantemente. Las lluvias no nos daban tregua. Esperábamos que suba como ocurrió. Mis cosas quedaron bajo al agua, algunas se salvaron", dice Juan Rodríguez mirando a la ciudad desde la ruta donde espera que baje el agua para volver. Para aumentar la salida de agua hacia el este, se volaron tramos de la ruta 157.Al ver que las aguas crecían y comenzaban a inundar parte de la ciudad, el miedo reemplazó a la preocupación. "Las cosas se pusieron feas y tuvimos que salir apenas con lo puesto", recuerda Estela Suárez, con sus ojos con lágrimas y mirando su hogar bajo las aguas. "No sabemos cuándo vamos a volver, estamos acá esperando como en otras crecidas. No sabemos qué vamos a encontrar y qué podremos recuperar. Es comenzar de nuevo", dijo José a Clarín con frustración.Lamadrid -que lleva ese nombre en honor del general Gregorio Aráoz de Lamadrid; guerrero de la independencia, de las guerras civiles y gobernador de la provincia- creció a la vera la estación ferroviaria del mismo nombre del Belgrano que fue habilitada en 1889. La catástrofe de 2017 trae los recuerdos de la crecida de 1992 que también inundó toda la ciudad y los pobladores fueron alojados en los galpones ferroviarios que fueron los únicos que quedaron por encima de las aguas. En 1998 hubo otra de importante magnitud. Parece que 25 años no son nada porque la situación sigue igual y cada vez que el río crece la ciudad se ve afectada.Los equipos de rescate y de la Dirección de Emergencias, con ayuda de botes y canoas de particulares estuvieron todo el fin de semana rescatando centenares de personas que eran llevadas a los centros de evacuación donde además de recibir abrigo, agua y alimentos recibían atención médica.La solidaridad entre los habitantes acostumbrados a instalarse en la ruta cuando crece el Marapa ?nombre de origen quechua que significa batán de piedra- es total. Se ayudan. Cocinan para varias familias. "No me queda nada. Siempre pasa lo mismo suben las aguas, entra en las casas y tenemos que salir dejando todo. Esto pasa muy seguido y a muchos le cuesta volver porque no quieren perder sus cosas", señala con desesperanza Silvia Lazarte. Ella como todos los madrileños saben que les esperan varias noches en la ruta hasta poder retornar a sus hogares y "tenemos que empezar de nuevo. Cada retorno es un nuevo comienzo para nosotros. Ver que podemos salvar, que siempre es muy poco", contó en medio del llanto Alicia, que casi no pudo seguir hablando.En
medio de tanto desastre los más chicos corren y juegan entre las
carpas, pero siempre a la vista de sus madres. Para ellos es como una
aventura pero saben que al volver tendrán que ayudar en la
reconstrucción. Y volver a clases que se encuentran suspendidas en toda
la región.En cuanto a la situación el delegado comunal, Dardo
Herrera que no tiene antecedentes: "De nuevo estamos siendo golpeados
por este fenómeno y en este caso como nunca antes lo había experimentado
a lo largo de su historia" le dijo a una radio local. Pero el archivo
demuestra lo contrario en la inundación del 2000 también la población
fue evacuada en su totalidad al igual que 1992. Por esto muchos vecinos
dicen que se prometen obras pero nada se hace, las aguas vuelven a la
ciudad y los deja sin nada. "Esto pasa siempre: nos dicen que volvamos
que todo va a estar bien, pero cuando el río comienza a subir nos
preocupamos. Luego es frustrante volver para comenzar de nuevo. Pero es
nuestra tierra, nuestro lugar", dice con voz calma Ricardo Coronel.
(Fotos cortesia © Jovenes Ferroviarios Tucumanos - Ariel Espinoza Periodista ferroviario)
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