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martes, 10 de octubre de 2023

Nuestros Ferrocarriles

Los ferrocarriles argentinos

SALTA 10 Oct (El Tribuno).-El ferrocarril fue el motor de la revolución industrial. Transporta mercaderías y personas. Entre 1943 y 1944, en Argentina, la red ferroviaria tenía una extensión de 41.627 kilómetros. Estaba equipado con locomotoras, furgones, coches de pasajeros y vagones de carga. Una gran población conformaba su personal. Movilizan millones de toneladas de productos agrícolas, industriales, combustibles, con costos más bajos. Lejos de mejorar sus servicios, el ferrocarril se fue deteriorando en forma alarmante. Los ferrocarriles más importantes del mundo son de EEUU, China y Rusia. El ferrocarril revolucionó la economía del siglo XIX. El transporte atravesó la historia desde los 6000 años a.C., el hombre vino trabajando, hasta que en 1803 apareció el primer tren tracción a sangre en Londres. Desde 1812 la primera locomotora, fueron a vapor, eléctricas y diésel. Hoy la tecnología produce trenes que superan los 200 km de velocidad.

En el país el ferrocarril, fundó pueblos y ciudades, luego sufrió un progresivo deterioro. La primera línea fue el Ferrocarril del Oeste en 1857, de 10 kilómetros, desde el actual teatro Colón hasta Floresta y hasta Moreno en 1860, construido con capitales argentinos. Luego los ferrocarriles de fomento emplazaron líneas por Córdoba, Tucumán, Salta, Jujuy, Santiago del Estero, Catamarca, Mendoza, San Juan. En 1890 el Ferrocarril del Oeste fue vendido a la empresa inglesa Buenos Aires Western Rialway. Entre 1880 y 1915, se produjo una explosiva expansión en la red ferroviaria argentina. Pasó de tener de 2.234 a más de 35.000 kilómetros de longitud, transformándose, por aquel entonces, en la más extendida de Sudamérica y la octava más extensa del mundo. El tren es símbolo de desarrollo y progreso.

Otra vez, las ambiciones personales colocan al país al margen de la ley

Riesgo de derrumbe de edificio en ruinas

Raúl Scalabrini Ortiz, nacido en Corrientes el 14 de febrero de 1898, se constituyó en el gran defensor del ferrocarril argentino. En su libro "Política Británica en el Río de la Plata", están los temas del ferrocarril, del petróleo y el de la deuda pública. Agotado por las desventuras de su país, falleció de cáncer el 30 de mayo de 1959, a los 61 años. En su último tiempo, expresó: "Hice todo lo que pude a favor de la nacionalización de los ferrocarriles extranjeros. Creo haber cumplido con mi deber de ciudadano". Es contundente el libro de Raúl Scalabrini Ortiz, "Los ferrocarriles deben ser argentinos", Buenos Aires, Arturo Peña Lillo Editor, 1965. Afirmaba sobre el ferrocarril: "Debe cambiar por completo la dirección y el sentido de su actividad para ponerse íntegramente al servicio de los requerimientos nacionales".

Nuestro país debe tomar la posta de los ferrocarriles que conducen a la grandeza de la patria. Hay que trabajar para volver a los grandes momentos de la historia. No se puede pagar con indiferencia e ingratitud el legado de nuestros mayores. El país necesita recuperar esa riqueza abandonada en la geografía de la patria. Lo que se construyó con mucho esfuerzo, recursos, sangre y muertes, debe ser honrado por cada habitante de la patria. Se debe volver a recategorizar la vida humana para generar nuevamente el camino del progreso. La democracia es el camino para recomponer los daños causados. No se puede dilapidar lo que costó tanto. El pueblo debe presionar ante el poder político para revertir esta situación. Da pena ver el estado de abandono de las estaciones, puentes, trenes que duermen en la intemperie ante la indiferencia de una sociedad que no entiende lo que pasa. Que se haga la luz sobre los rieles. Es un compromiso de todos.

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