Ramos Mejía y los inconclusos ferrocarriles de la integración patagónica
De esos proyectos iniciales de ferrocarriles, la mayoría no se cumplieron porque sólo se concretaron los referidos a articulaciones parciales de vías, sin llegar a cubrir la franja cordillerana en su conjunto con la meseta y la costa.
El inspirador y “alma mater” de esas iniciativas fue Ezequiel Ramos Mejía Ministro de Agricultura primero, y de Obras Públicas después, de tres presidentes (Julio A. Roca, Figueroa Alcorta y Sáenz Peña) sucesivamente.
Después de haberse iniciado el trazado de la línea férrea desde San Antonio hasta Bariloche, prevista para atravesar los Andes y llegar hasta Valdivia, en Chile, que nunca se concretó, surgió el problema de la falta de agua en toda el área de los trabajos para el funcionamiento de las locomotoras a vapor. Ramos Mejía dispuso la creación de una Comisión de Estudios Hidrológicos de la Dirección General de Ferrocarriles bajo la responsabilidad del ingeniero norteamericano Bailey Willis, a la que se incorporaron Emilio Frey y varios técnicos argentinos, peones y baqueanos.
Entre 1911 y 1913 efectuaron estudios en la zona de Valcheta en condiciones de proveer agua a San Antonio y su ámbito de acción se extendió, abarcando la investigación de todas las riquezas naturales y de industrias que pudieran aprovechar los beneficios del ferrocarril. En el norte de la Patagonia se inició en 1911 el tendido de las vías para unir el Puerto de San Antonio con Bariloche.
En 1917 las vías llegaron a Jacobacci y en 1929 a Pilcaniyeu, donde estuvieron un tiempo paralizadas las tareas, que se reiniciaron recién en 1934, cuando el ferrocarril llegó a Bariloche en el marco de la gran promoción turística de la zona del Nahuel Huapi que se efectuó desde el orden nacional. Años después, la población de Esquel, en Chubut se convertiría en “punta de rieles” del ferrocarril de trocha angosta, conocido como “La Trochita”, que en Jacobacci se uniría con el anterior. Fue este pequeño tramo la única expresión del proyectado ferrocarril norte-sur que debía unir los valles cordilleranos con la costa. Con respecto al alto valle de Río Negro donde las obras de riego ya habían comenzado, se logró quebrar su aislamiento por el tendido de vías de Bahía Blanca a Zapala, construido por la empresa inglesa de ferrocarriles.
En la región sur de la Patagonia el ferrocarril Puerto Deseado-Las Heras fue parte del proyecto para los territorios nacionales. Dicho tramo se puso en marcha en 1909, pero en 1914 se paralizaron las obras como consecuencia de la primera guerra mundial. Este ferrocarril debía unir Puerto Deseado con la cordillera y el lago Buenos Aires para entroncar allí con la línea del Nahuel Huapi. Del trazado inicial solo se terminó en 1914 el tramo de 283 kilómetros entre el puerto y colonia Las Heras. Del ramal a Colonia Sarmiento y Comodoro Rivadavia solo se habilitó el tramo inicial, entre el puerto y esta última localidad. Los pobladores de la región intentaron en varias oportunidades sin éxito reactivar esta iniciativa a través de la Gobernación Militar de Comodoro Rivadavia creada en 1944, con jurisdicción en parte de los territorios de Chubut y Santa Cruz. En junio de 1955 se dictó un decreto para su disolución y quedó sin efecto la división territorial.
Mientras tanto los cuantiosos intereses que se oponían desde un principio a la realización de los proyectos de Ramos Mejía comenzaron a manifestarse de manera evidente, a través del ocultamiento, pérdidas intencionales de documentación elevadas por la Comisión a los organismos oficiales por tardanzas de hasta seis meses en casos de demorados diligenciamientos.
De esta manera los proyectos patagónicos de los ferrocarriles y de obras públicas en la Patagonia sufrieron un verdadero estado de parálisis, y sus detractores acusaron a Ramos Mejía de cometer abusos y derroches de fondos presupuestarios en una interpelación parlamentaria que lo obligó a renunciar a su cargo.
Los gobernantes de aquel tiempo no le perdonaron a Ramos Mejía y a Bailey Willis aquel formidable impulso a los ferrocarriles estatales en la Patagonia que las empresas inglesas consideraban como sus futuros competidores, y que la Comisión estuviera dedicada a proyectar industrias en la región, y obtener fuentes de energía renovables, -independientes del carbón importado- como el agua. Precisamente Bailey Willis descubrió que elevando aguas del río Limay con un pequeño dique se podría formar un lago, pudiendo aprovechar la caída de las aguas para generar electricidad.
De allí la gran idea de la creación de la ciudad industrial que permitiría fabricar tejidos con los merinos de la zona, papel con madera de los bosques, artículos de cuero etc.
Producido un cambio en el gabinete nacional, el nuevo ministro de Obras Públicas, Manuel Moyano, quien venía de ocupar un alto cargo en la empresa de los ferrocarriles británicos, dispuso la suspensión de los estudios de la Comisión por razones de economía, acusando a Bailey Willis de malversación de fondos y con amenazas de prisión.
Como epílogo de esta triste historia, se reiteran aquí las palabras optimistas de Ramos Mejía, entonces, en el informe presentado ante el Congreso Nacional correspondiente a los años 1910-1911: “… terminadas estas líneas la economía de los territorios habrá sufrido una profunda transformación. Dándoles una base económica para su desarrollo se habrá logrado triplicar la producción a la vez que se habrá conseguido atraer a nuevos grupos de población que darán motivo a la subdivisión de la tierra y la implantación de nuevas fuentes de trabajo”. (APP)
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