El accidente ferroviario que enlutó Año Nuevo
HOMENAJE. Ex compañeros ferroviarios del maquinista Abelardo Pacheco pusieron una placa en su mausoleo.
TUCUMAN 31 Dic (La Gaceta).-Hoy se cumple un siglo del día en que la caldera de la Locomotora 838 explotó en la Curva de los Vegas. Un episodio olvidado con dos víctimas fatales y que puso en duda la calidad de los trenes de ese momento. Un poco de historia.
Es una mañana cualquiera en el Cementerio del Norte. Todo está en silencio y en calma, como siempre. Algunos familiares renuevan las flores de sus difuntos y otros curiosos (me incluyo) recorren los pasillos del enorme camposanto. En medio de toda esa inmensidad, hay algo que llama la atención. Se trata de un mausoleo, de esos un poco descuidados, a los que probablemente no se le presta demasiada atención. Pero hay un detalle que sorprende. Hablamos de una placa, blanca y negra. Parece recién colocada, y eso es lo más sospechoso. ¿En un lugar tan descuidado se pone una placa nueva? Al acercarnos, vemos la fecha: data de 1924. ¡Y está en perfectas condiciones! Pero eso no es lo más peculiar: el mármol es un homenaje a Abelardo Pacheco, “fallecido el 31 de diciembre de 1923 en la explosión de la locomotora N°838 en la Curva de los Vegas”, según reza el recuerdo. ¿Una locomotora explotó en Tafí Viejo?
Parece de película. Es que cuando se habla de accidentes ferroviarios en la provincia son unos pocos los que se nombran. El que ocupa el podio es el del 2 de febrero de 1965, cuando un tren sin frenos cruzó la estación Mitre frente a la plaza Alberdi y quedó sobre las escaleras de acceso. También hay en el recuerdo popular otros más o menos famosos. Pero este, con el que nos encontramos ahora, parece haber quedado en el olvido. El primer instinto es el de pedirle a San Google un poco de información. Nada. El segundo es preguntarle a la abuela, que quizá lo escuchó el relato de boca de algún familiar, pero tampoco tiene registro. El tercer paso es el que nos lleva a una trágica historia, que dejó al descubierto irresponsabilidades y desidia, que no sólo acontecieron en la provincia.
Nos dirigimos al archivo de LA GACETA y, ahondando en las ediciones de principios de 1924, encontramos algunos elementos que ayudan a conocer este acontecimiento. “La catástrofe ferroviaria de anoche”, adelanta la edición del año nuevo de 1924, y advierte que hubo dos muertos y un herido. Uno de ellos fue el maquinista Abelardo Pacheco. Sí, el de la placa conmemorativa, que fue puesta en su mausoleo por los socios de la Fraternidad Sección Tucumán del Ferrocarril Central Norte Argentino.
“La infausta nueva”
Todo sucedió un día como hoy, pero hace 100 años. Viajamos al 31 de diciembre de 1923. Mirtha Legrand todavía no había nacido. Gobernaba Marcelo T. de Alvear y Tucumán salía de una complicada huelga azucarera que había convulsionado la provincia. Muchos vecinos se habían congregado en la plaza Independencia y en otras calles céntricas para darle la entrada al año nuevo. De pronto -según cuenta una crónica de la época- LA GACETA hizo conocer la noticia “con una bomba de estruendo y fijándola en sus pizarras”: en la Curva de los Vegas explotó una máquina a petróleo de los Ferrocarriles del Estado.
“Al conocerse en esta redacción la infausta nueva, recurrimos a la Estación del Ferrocarril Central Norte en procura de informaciones, donde -como de costumbre- se nos ocultó lo sucedido”, narra el artículo y detalla: “hemos podido averiguar, sin embargo, que la catástrofe a la que hacemos referencia se produjo en la siguiente forma: el último tren local entre Tucumán y Tafí Viejo, salió ayer de esta capital, de acuerdo con el horario en vigor, a las 19, aproximadamente. Conducía numerosos pasajeros, que iban a la vecina población veraniega a pasar la fiesta de Año Nuevo, y llevaba una máquina a petróleo, de las adquiridas últimamente por los Ferrocarriles”.
El estallido de la locomotora 838 (una de las más nuevas en la provincia) fue a las 21.45, al pasar la (ahora desaparecida) estación Muñecas. Entre esa estación y la de Tafí Viejo explotó la caldera del tren, que luego fue hallada a 25 metros de la vía. Los pasajeros salieron ilesos, pero los empleados no corrieron la misma suerte. El cuerpo de Pacheco fue hallado a 30 metros de la máquina, y el del foguista José López (el otro fallecido) se encontró a media cuadra. Además, el inspector de calderas Juan Carlos Garófolo resultó gravemente herido.
En aquellos días no circuló mucha información sobre qué había desencadenado el fatal accidente, pero LA GACETA presentó la hipótesis de los pasajeros. “Se nos informa que el personal de máquinas del Ferrocarril Central Norte no es práctico para manejar las máquinas a petróleo, atribuyéndose a esa circunstancia parte del motivo de la catástrofe. Personas que viajan frecuentemente a Tafí Viejo nos dicen que las máquinas referidas funcionan mal o no se las sabe manejar, pues demoran enormemente en el recorrido”, se publicó entonces.
DATOS. LA GACETA siguió la investigación del accidente en varias ediciones.
“Como cacerolas”
Un informe elevado por una comisión técnica al día siguiente explicó que “la explosión se produjo debido a la falta de agua que originó el recalentamiento del cielo del hogar de la caldera, explotando ésta al ser alimentada de golpe”.
Eso, entonces, indicaba que el problema había sido un mal manejo de la maquinaria por parte de los empleados, tal y como había esbozado LA GACETA en el diario del 1 de enero. Según un artículo del 4 de enero del periódico La Fronda (de Buenos Aires), lo acontecido en Tucumán no fue una excepción: accidentes similares se habían registrado ya en La Calera (Córdoba) y en Jujuy, y se habían producido “exclusivamente por los defectos técnicos de las locomotoras compradas en 18 millones de pesos en Norte América”. En La Fronda advirtieron que ellos no iban a culpabilizar al personal del tren, sino que la responsabilidades recaían en Ferrocarriles del Estado.
“No se puede esperar otros resultados de locomotoras compradas ‘sobre catálogo’, como se compra cacerolas, sin intervención de técnicos competentes, sin conocer y estudiar las características y detalles técnicos”, reflexionaron en La Fronda, según replicó LA GACETA. En aquel año, todavía circulaban alrededor de un centenar de esas mismas locomotoras en todo el país. Accidentes similares sucedieron y -en la mayoría de los casos- las responsabilidades recaían sobre los maquinistas, por la supuesta falta de preparación. Es que, al tratarse de equipos a petróleo -algunos nuevos en el país- se aducía que el personal no era idóneo. Hubo mucha discusión por quién tenía la responsabilidad de este hecho que se cobró la vida de dos personas. Si al final los maquinistas no estaban preparados -reflexionaban medios de Buenos Aires- la culpa era de la administración que los había designado.
El accidente ferroviario que enlutó Año Nuevo
Lo cierto es que con el pasar de los años este fatídico hecho fue eclipsado por otros del mismo calibre. La explosión de la locomotora, que arruinó los festejos de fin de año de decenas de familias tucumanas, quedó en el olvido... hasta ahora.
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