El joven que regala poesía en el Metrotranvía
MENDOZA 4 Jul(El Sol).-En una época donde el capital más importante es el tiempo, un joven resignifica un espacio donde las horas se mueren.
MENDOZA 4 Jul(El Sol).-En una época donde el capital más importante es el tiempo, un joven resignifica un espacio donde las horas se mueren.
Cada tanto surgen personajes que rompen con la monotonía en las calles de Mendoza. Juan Cruz Vedia es uno de esos tipos. Todos los días sube al Metrotranvía para regalar su poesía. Su objetivo: transformar las estructuras cotidianas ofreciendo su arte a quien quiera escucharlo.
De vagón en vagón, el joven de 20 años sorprende a los pasajeros recitando sus versos. Confiesa que esas palabras se le atragantan y tiene que gritarlas en un acto de rebeldía consensuada.
"Me gusta dejar mis pensares. Por ahí siento que me pesan y escribirlos hace que me descargue", dice el poeta que se dedica a las letras hace un año, pero que desde hace un mes decidió hacer público ese modo de expresión.
Su viaje inicia en el parador de Belgrano y Rivadavia de Ciudad y continúa hasta Godoy Cruz. Luego, emprende el camino de regreso de la misma forma.
"El metro me parece un espacio muy bonito. Además de que cualquier transeúnte puede escuchar. Sea quien sea. Eso me parece importante", señala.
Así, los usuarios del transporte público se ven obligados a levantar su cabeza de la pantalla del celular o a volver en sí, tras mantener la mirada perdida en el paisaje que se va sucediendo en la ventanilla.
En una época donde el capital más importante es el tiempo, disfrutar del goce estético de las palabras en un espacio de tránsito, casi improductivo, resulta maravilloso.
¿Cuánto tiempo perdemos en un ascensor, esperando en la cola de un banco o haciendo trámites? Según un estudio, una persona pasa 3 años del total de toda su vida en el transporte urbano. La labor del poeta resignifica ese lugar donde el reloj de la vida se detiene.
De vagón en vagón, el joven de 20 años sorprende a los pasajeros recitando sus versos. Confiesa que esas palabras se le atragantan y tiene que gritarlas en un acto de rebeldía consensuada.
"Me gusta dejar mis pensares. Por ahí siento que me pesan y escribirlos hace que me descargue", dice el poeta que se dedica a las letras hace un año, pero que desde hace un mes decidió hacer público ese modo de expresión.
Su viaje inicia en el parador de Belgrano y Rivadavia de Ciudad y continúa hasta Godoy Cruz. Luego, emprende el camino de regreso de la misma forma.
"El metro me parece un espacio muy bonito. Además de que cualquier transeúnte puede escuchar. Sea quien sea. Eso me parece importante", señala.
Así, los usuarios del transporte público se ven obligados a levantar su cabeza de la pantalla del celular o a volver en sí, tras mantener la mirada perdida en el paisaje que se va sucediendo en la ventanilla.
En una época donde el capital más importante es el tiempo, disfrutar del goce estético de las palabras en un espacio de tránsito, casi improductivo, resulta maravilloso.
¿Cuánto tiempo perdemos en un ascensor, esperando en la cola de un banco o haciendo trámites? Según un estudio, una persona pasa 3 años del total de toda su vida en el transporte urbano. La labor del poeta resignifica ese lugar donde el reloj de la vida se detiene.
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