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sábado, 12 de octubre de 2024

Historico Galpon

Un histórico galpón ferroviario cobrará nueva vida

BAHIA BLANCA 12 Oct (LNP).- A pedido de los vecinos, el derruido edificio del Parque Noroeste será preservado. Se transformará en un espacio al aire libre para el desarrollo de actividades culturales, sociales y comunitarias.

Un histórico galpón ferroviario cobrará nueva vida

Fotos: Rodrigo García-La Nueva.

Punto final para una incertidumbre. Finalmente la municipalidad confirmó que intervendrá en el derruido edificio que fuera galpón de montaje del ferrocarril Bahía Blanca al Noroeste, sobre calle Blandengues y Malvinas, para adecuarlo y generar un espacio al aire libre para el desarrollo de actividades culturales, sociales y comunitarias.

De esta manera se atiende el pedido de los vecinos del sector –agrupados en ONGs, sociedad de fomento y foros— de preservar una construcción a la que consideran histórica y representativa del barrio.

En reuniones que vienen manteniendo con funcionarios municipales algunos vecinos habían interpretado que había una intención por demolerlo, avalada en parte por la construcción de un cerco rodeando el edificio. Eso generó preocupación y de inmediato se contactó al propio intendente Federico Susbielles para solicitarle que considere la preservación del inmueble.

Finalmente, en un encuentro realizado la semana última, el municipio no sólo confirmó que el inmueble no se demolerá, sino que dio a conocer los primeros bocetos de un proyecto para generar lo que denominaron “un anfiteatro al aire libre”.

El mismo se materializará utilizando las paredes que aún quedan en pie –luego de garantizar su estabilidad--, procediendo al retiro de las cabreadas en mal estado y con el desarrollo de nuevas obras y un equipamiento adecuado para el desarrollo de distintas actividades, desde disponer de un aro de básquet, pasando por bancos para el descanso, un escenario y un sector para espectáculos.

Qué fue, qué es, qué significa

Del galpón a recuperar queda poco y nada. Es la realidad. Un par de paredes laterales que ni siquiera tienen la altura original. Es casi una ruina.

Sin embargo, incluso en ese estado tiene un alto valor patrimonial desde el momento que representa una conexión con el pasado y es testigo físico de la historia, la cultura y la sociedad que lo construyó.


Es una evidencia tangible de eventos históricos, de una manera de trabajar y de un estilo arquitectónico. Forma parte de la memoria colectiva, ofreciendo un sentido de identidad y continuidad entre generaciones.

Por eso su conservación y revitalización permitirá integrarlo en la planificación urbana, sirviendo como puntos de referencia y enriqueciendo el entorno.

El taller que fuera de montaje tiene una longitud de 120 metros y es el único sobreviviente de una verdadera ciudad industrial que funcionó en los terrenos donde hoy se consolida el parque Noroeste.

Escondido detrás de un muro de dos metros de alto que recorría todo el perímetro delimitado por calles Malvinas y Sixto Laspiur, entre avenida Colón y Juan Molina, se ubicaban decenas de galpones ladrilleros destinados a la reparación de vagones y locomotoras y la realización de tareas relacionadas con el mantenimiento ferroviario.

Más de mil personas se movían cada día entre los sectores de calderería, electricidad, herrería, mecánica, tornería, carpintería, aserradero, pintura, hojalatería, soldadura, remachado, fundición y modelado.

¿Dónde están todos esos galpones? En la memoria de muchos, en algunas fotos dispersas. Porque a partir del cierre del complejo, en la década del 90, el sector fue completamente vandalizado, desguazado y arrasado.

Cuando la municipalidad logró intervenir, a partir de conseguir una suerte de comodato por parte del estado nacional, poco y nada pudo hacer, salvo demoler lo poco que quedaba en pie para que el lugar no signifique un riesgo para los vecinos. El galpón de montaje que ahora se reinventará en el único testimonio de ese mundo.

Lo que viene

De acuerdo a fuentes confiables a la que tuvo acceso este medio, el galpón será recuperado en tres etapas. La primera, en marcha, es simplemente el vallado del lugar para trabajar sin riesgos para los caminantes.

Se procederá luego en el retiro de las cabreadas metálicas que quedan, derribadas en parte por el temporal del último 16 de diciembre, y de la mampostería que ha quedado inestable, de modo que lo que quede en pie tenga la estabilidad estructural adecuada.

La última intervención será su reconstrucción mediante la colocación de una estructura a modo de cubierta, un adecuado equipamiento, la reparación integral de los muros y la puesta en uso como parte del paseo.

“Será, indicaron desde la comuna, un ensamble de la historia del pasado, del presente y del futuro, un espacio múltiple a cielo abierto”.

Un detalle final, no menor, es que esta intervención es inédita en la ciudad en materia de recuperación de edificios ferroviarios. Pese a su gran valor arquitectónico e histórico, toda la infraestructura generada por las empresas inglesas desde fines del siglo XIX hasta mediados del XX ha sido arrasada, usurpada y abandonada a su suerte.

Esta decisión de, con lo que queda en pie, generar un nuevo espacio, es una conducta distinta, que valora y respeta una página clave de la historia de nuestra ciudad.

La labor de los vecinos

El parque Noroeste, al igual que el generado en la avenida Parchappe, es el resultado del accionar de vecinos que decidieron intervenir en esas tierras ociosas que fueran del ferrocarril y que a pesar de estar en manos del Estado Nacional hace al menos 60 años nunca han tenido un destino.

Este proyecto de crear un anfiteatro a cielo abierto se trata de otro paso hacia la consolidación definitiva del paseo como sitio de recreación y encuentro, luego de la importante labor que vienen desarrollando los vecinos desde hace al menos dos décadas, labor que comenzó a consolidarse en 2011, cuando la comuna logró la transferencia de las tierras y procedió a la demolición de gran parte del paredón de dos metros de alto que rodeaba su perímetro.

A partir de esa apertura se hizo visible un espacio que desde fines del siglo XIX y hasta casi fines del XX fue ocupado por instalaciones ferroviarias, un verdadero complejo industrial destinado a la reparación de máquinas y vagones, primero en manos de los ingleses, luego en manos del Estado nacional –en 1948, y privatizado en los 90.

Desafectado de todo servicio en 1996, el lugar quedó completamente abandonado y poco a poco se transformó en un complejo fantasma.

Comenzó así una historia de vandalización, a partir de la cual se fueron robando los elementos que formaban los galpones, desde sus cubiertas, pasando por su carpintería y todo lo que se pudiesen quitar.

Por otro lado, el Estado nacional organizó varias subastas, vendiendo galpones metálicos enteros, herramientas, muebles y rezago ferroviario.

Fue entonces que comenzaron a tener protagonismo los vecinos. De manera individual primero, formando comisiones y foros después, sumando instituciones y ONGs, para poner freno a ese desmanejo y reconvertir el lugar en un parque.

En un momento el municipio hizo un estudio de situación y decidió demoler casi la totalidad de los edificios existentes, todos en pésimo estado, por conformar un riesgo para quien transitara por el lugar.

Quedó de pie la estación de trenes, sobre calle Sixto Laspiur al 400, incendiada y demolida en abril de 2022, y parte del imponente galpón de Montaje. A partir de allí los vecinos comenzaron la plantación de árboles, se encargaron de limpiar el lugar y de comenzar a torcer su historia.

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