Hace 78 años llegaba La Trochita en su primer viaje a Esquel
ESQUEL Chubut 25 May(EQS Noticias).- Este 25 de mayo se celebra un nuevo aniversario de la inauguración del ramal completo del Viejo Expreso Patagónico. Recordamos un poco de la historia de este emblemático tren.
Foto: Archivo Histórico Esquel
Esta fecha tiene una connotación especial para Esquel, porque también es el aniversario de la inauguración del ramal completo del Viejo Expreso Patagónico. La Trochita hacía sonar su silbato anunciando su llegada a la estación, un día como hoy hace 78 años.
El tren llegó a Ingeniero Jacobacci, un pequeño pueblo ubicado en la zona de la meseta central del Sur de Río Negro, en 1917. En 1921 se decidió conectar este pueblo con Esquel. Y en 1922 se encargan las locomotoras (50 Henschel y luego 25 Baldwin) y los vagones.
Desde allí nace el trazado que llega hasta Esquel a través de 402 kilómetros y más de 600 curvas. Este tendido se realizó a lo largo de casi tres décadas sin maquinaria, a fuerza de trabajo humano con pico, pala y explosivos.
En un ambiente de inviernos impiadosos y veranos resecos. Con gran esfuerzo, con interrupciones debido a las condiciones económicas nacionales e internacionales, el tendido avanzó en 1941 hasta El Maitén, y luego en 1945 hasta Esquel.
Foto: Archivo Histórico Esquel
A 78 años desde que hizo su viaje inaugural hasta Esquel, en el año 1945, recordamos un poco de su historia y el estrecho vínculo que tienen sus maquinistas con el tren.
En sus comienzos, el trencito, un ramal de Ferrocarriles Argentinos, resumía el remoto destino de un tren de pasajeros y carga, con ambición de conectar pueblos.
En la actualidad, La Trochita resiste con dignidad a su versión turística, y se sostiene como emblema de la cordillera y del país en gran parte por el cariño y el esfuerzo de sus trabajadores.
Foto: Archivo Histórico EsquelComo en una película, sus ventanas han proyectado centenares de atardeceres, el paso solitario de algún paisano a caballo o el confuso amarillo de un guanaco, la caída silenciosa de la nieve sobre el vidrio o el aliento vaporoso de tantos niños.
Un sin fin de escenas imborrables para sus viajeros, ni hablar para sus maquinistas, los callados dueños del mismo camino que nunca se repite.
Foto: Archivo Histórico Esquel
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