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miércoles, 10 de marzo de 2021

Sucedio en Tandil

En el Día de la Mujer Trabajadora inauguraron la obra homenaje a Ibis Villar en la Estación de trenes

TANDIL 10 Mar(El Eco de Tandil).-Es recordada como la mujer que rompió los moldes masculinos en la política del Tandil. Como ayudante de sastre, chalequera y bordadora, sus agujas se alzan en el predio de la Estación para cumplir parte de un sueño vecinal en una obra de Mariana Debza. Ahora esperan seguir avanzando con parte del proyecto presentado en 2017.

Foto gentileza Gonzalo Celasco

La obra escultórica en homenaje a Ibis Villar, cuya propuesta fuera incluida en el proyecto de “Paseo Temático Ferroviario” presentado por la asamblea del barrio de la Estación y el Centro Cultural La Compañía al Ejecutivo Municipal en diciembre de 2017, finalmente fue inaugurada en la tarde del Día Internacional de la Mujer Trabajadora.

En el acto estuvieron presentes los perseverantes promotores del proyecto y el intendente Miguel Lunghi, entre un montón de vecinos del barrio de la Estación.

La pieza fue llevada a cabo por la artista Mariana Debaz, y los medios fueron reunidos gracias a los esfuerzos conjuntos de la asamblea del barrio de la Estación, la Facultad de Arte (a través de un subsidio de la Secretaría de Políticas Universitarias.), el Centro Cultural La Compañía, el Municipio de Tandil y la colaboración de Ferrosur Roca.
Arribando a otra de las metas propuestas por los vecinos, en la Estación se alza la escultura de quien es considerada “la mujer que rompió los moldes masculinos en la política del Tandil de la década de 1950”.

Además, fue una sobresaliente “obrera de la aguja”, ayudante de sastre, chalequera y bordadora, vecina del barrio e integrante de la comunidad ferroviaria. Así, hacia el cielo, se elevan dos grandes agujas que refuerzan el espíritu y la identidad del lugar.

Tal como señaló el historiador y uno de los impulsores de la iniciativa, Hugo Mengascini, seguirán en movimiento por el Paseo Ferroviario Agustín Sívori y un Área de Protección Histórica en el barrio de la Estación.

Parte del sueño cumplido

Cabe recordar que a fines de 2017 la Asamblea del barrio de la Estación presentó el proyecto “Paseo temático ferroviario Estación Tandil”, con la participación de la Facultad de Arte, entre otros, con el antecedente de la iniciativa que había sido postulada ante el Concejo Deliberante en Banca 21 de “El barrio de La Estación como Área de Protección Histórica”.

La idea evocaba que el paseo lleve el nombre del mutualista ferroviario Agustín Sívori, e incluya la obra artística que honre la memoria de la ciudadana Ibis Villar, que recientemente se logró.

Además, apunta a que el paseo involucre y revitalice a las distintas instituciones culturales y artísticas no gubernamentales y estatales que funcionan en el interior de la Estación y en las cercanías de la misma. Entre ellas, mencionaron el Taller Municipal de Picapedreros y Escultores, la Incubadora de Arte, el Centro Social y Cultural “La Vía”, la Escuela Municipal de Música Popular y otras como el Centro Cultural “La Compañía”, la Biblioteca Salceda, la Biblioteca Alberdi y el Teatro de la Confraternidad Ferroviaria.

¿Por qué homenajear a Ibis Villar?

En palabras del historiador Hugo Nario se pueden identificar las razones que cimientan el pedido de alzar sus agujas y reflejar su retrato para siempre en ese barrio que la vio ser y dónde dejó, sin dudas, su huella.

Nacida en 1920 en la Capital Federal, llegó con sus padres a Tandil a los 8 años, justo para iniciar el primario en la Escuela 1, terminarlo e ingresar en la Escuela Normal. Pero en segundo año debió abandonar, al enfermar de tuberculosis. Cinco años después, los cuidados solícitos del tisiólogo Víctor Magrini la sacaban a flote. Ya andaba en los 17 años, cuando empezó a militar clandestinamente en la Federación Juvenil Comunista, nutrida en las primeras nociones por su madre Sara Frade Andrade, mujer de inamovibles convicciones de izquierda, a su vez procedente de una familia de anarquistas. A las lecturas de Marx y Lenin las alternó con las enseñanzas que le impartió Dalila Deguer en bordado a mano y a máquina, de la que llegó a ser experta artesana, lo que completó uno de sus perfiles laborales: obrera de la aguja, fue chalequera y ayudante de sastre, bajo las enseñanzas de Carmen Agoubondes, lo que desembocó en integrar el Sindicato de ‘Obreros Sastres y afines’ del que fue Secretaria de Actas.

Pero su militancia política fue acentuándose con el correr de los años y el roce con militantes e intelectuales le enseñó ideología y militancia obrera.

Su esposo, el ferroviario Raúl Manuel Logarzo padeció torturas y secuestro, primero en Ayacucho, y luego nueve meses en La Plata, en cuyo transcurso, ella perdió un hijo en un parto complicado.

“Pero sí su madre la había formado en la ideología obrera, su padre, el linotipista radical Serafín Villar la arrastró a la vocación teatral, en el grupo ‘Elevación’ en el que actuó, apuntó y hasta creó y condujo un grupo de teatro infantil”, narró el escritor.

“Enviudada, Ibis Villar ganó sus últimos días bordando vestidos de casamiento, militando en las filas gardelianas, apoyando -en memoria de su marido Raúl- a los ferroviarios jubilados y sumándose a la agrupación ‘Vida Nueva’ de lucha contra el SIDA”.

“A mi no me interesa nada material”

Para reivindicar su imagen e importancia, Hugo Mengascini recopiló algunos testimonios de vecinos mediante entrevistas y charlas que fue practicando. Compartió con El Eco de Tandil algunos de ellos que retratan a Ibis Villar en su esencia.

Raúl Alberto Nelli dijo: “Ibis era una luchadora. Se ponía a discutir de política y te apabullaba. Muy preparada, cuando tocaban cualquier tema ahí salía al cruce. Era una oradora de lucha.”

Por otro lado, María Catalina Toncovich de Suffredini recordó que Villar “era guapa, muy guerrera, muy luchadora, de buena línea”. “Tenía convicciones. Nunca claudicó”, aseguró.

También, una de sus vecinas, Mafalda María Ballini agregó: “Los últimos años de su vida vivió en una casita alquilada en calle Vigil y Quintana, a pocos metros de la Sociedad de Fomento Unión y Progreso. No tenía ambiciones. Tan desprovista de todo, vivía muy pobremente, una cocinita, una mesa y dos sillas.  A mí no me interesa nada (material), decía. Bordaba tanto a máquina como a mano. Estaba metida en todos los rincones, tenía que sobrevivir. Lavaba las camisetas, pantalones y medias del equipo Club Ferro Carril Sud. Los números de las camisetas los cosía yo, para ayudarla a ganarse un peso. La quería mucho, (su fallecimiento) lo sentí en el alma”.

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