Hojeando el diario: una tragedia ferroviaria de proporciones en 1939
Por Manuel Riva
Un tren que iba de Tucumán a Buenos Aires chocó con otra formación en la zona este de Córdoba. Murieron nueve personas.
Por Manuel Riva
Un tren que iba de Tucumán a Buenos Aires chocó con otra formación en la zona este de Córdoba. Murieron nueve personas.
TREN DESTRUIDO. El maquinista y el foguista bajan del convoy tras una inspeccion posterior al choque.
TUCUMAN 22 Oct (La Gaceta).-Las tragedias ferroviarias más graves de nuestro país tuvieron como protagonistas en varias ocasiones a formaciones con origen o destino en nuestra provincia.
En la madrugada del 1 de octubre de 1939, poco antes de la una, un tren proveniente de Tucumán y que iba a Buenos Aires chocó con otra formación de carga que había quedado detenida en las mismas vías. El accidente, que se produjo entre las localidades cordobesas La Francia y El Tío (unos 140 kilómetros al este de la ciudad de Córdoba), dejó un saldo de nueve muertos y más de 120 heridos. Tras una investigación, las causas del accidente fueron dilucidadas y el comunicado de la Administración de los Ferrocarriles del Estado expresó: “el accidente ocurrido a las 0.40 entre las estaciones El Tío y La Francia, ha sido exclusivamente debido a la emisión de la vía libre otorgada por el empleado a cargo de la estación de El Tío”.
La zona del impacto estaba precedida por una curva que impidió al maquinista del tren de pasajeros ver que había una formación detenida. Algunas informaciones posteriores señalaron que el convoy habría circulado a unos 70 kilómetros por hora y el maquinista vio el obstáculo, pese a la oscuridad, a menos de doscientos metros. El impacto fue inevitable. El relato del maquinista a los policías fue esclarecedor: “al llegar a la curva antes de donde se produjo el choque, vi la señal de vía libre y continué. De inmediato comprobé la presencia de vagones en la vía pero corríamos a gran velocidad y ya era imposible evitar la colisión”. Un ingeniero del ferrocarril señaló que “para frenar en esas condiciones se necesita cómo mínimo 500 metros. Entonces el maquinista realizó lo único posible en ese momento: hizo funcionar los frenos y cortó la entrada de petróleo evitando así que se produjera el incendio de los coches, con lo cual la catástrofe hubiera asumido proporciones más horrorosas”.
TUCUMAN 22 Oct (La Gaceta).-Las tragedias ferroviarias más graves de nuestro país tuvieron como protagonistas en varias ocasiones a formaciones con origen o destino en nuestra provincia.
En la madrugada del 1 de octubre de 1939, poco antes de la una, un tren proveniente de Tucumán y que iba a Buenos Aires chocó con otra formación de carga que había quedado detenida en las mismas vías. El accidente, que se produjo entre las localidades cordobesas La Francia y El Tío (unos 140 kilómetros al este de la ciudad de Córdoba), dejó un saldo de nueve muertos y más de 120 heridos. Tras una investigación, las causas del accidente fueron dilucidadas y el comunicado de la Administración de los Ferrocarriles del Estado expresó: “el accidente ocurrido a las 0.40 entre las estaciones El Tío y La Francia, ha sido exclusivamente debido a la emisión de la vía libre otorgada por el empleado a cargo de la estación de El Tío”.
La zona del impacto estaba precedida por una curva que impidió al maquinista del tren de pasajeros ver que había una formación detenida. Algunas informaciones posteriores señalaron que el convoy habría circulado a unos 70 kilómetros por hora y el maquinista vio el obstáculo, pese a la oscuridad, a menos de doscientos metros. El impacto fue inevitable. El relato del maquinista a los policías fue esclarecedor: “al llegar a la curva antes de donde se produjo el choque, vi la señal de vía libre y continué. De inmediato comprobé la presencia de vagones en la vía pero corríamos a gran velocidad y ya era imposible evitar la colisión”. Un ingeniero del ferrocarril señaló que “para frenar en esas condiciones se necesita cómo mínimo 500 metros. Entonces el maquinista realizó lo único posible en ese momento: hizo funcionar los frenos y cortó la entrada de petróleo evitando así que se produjera el incendio de los coches, con lo cual la catástrofe hubiera asumido proporciones más horrorosas”.
TREN DESTRUIDO. El maquinista y el foguista bajan del convoy tras una inspeccion posterior al choque.
El relato continúa detallando que el responsable del tren detenido “hizo señales luminosas para informar sobre su presencia pero las señales no fueron vistas desde el otro tren aunque hubiera sido tarde para evitar el impacto”.
Los pasajeros relataron que en su mayoría iban medio dormidos y despreocupados. Yamil Fares relató que “el entrechocar de hierros y maderas produjo un estrépito espantoso. En un instante, sin alcanzar a percibir exactamente lo que ocurría fui desplazado violentamente del asiento y lanzado contra una de las paredes laterales del vagón”. Además indicó que una vez repuesto de la sorpresa “busqué a mi amigo y lo encontré con medio cuerpo fuera del vagón por una ventanilla”. El amigo estaba vivo pero con heridas de cierta consideración. Otro de los pasajeros, Liborio Soria, expresó: “vi el furgón, anterior al coche de segunda clase en el que viajaba, salir violentamente de las vías, inclinándose a un costado. Me di cuenta que algo anormal pasaba y me abalancé a la plataforma de salida del coche, en cuyas circunstancias sentí un golpe profundo en la cabeza, el que, sin embargo no llegó a hacerme perder el conocimiento”.
En 1970
El 1 de febrero de 1970 se produjo otra tragedia cuando el recordado “El Mixto”, que iba desde nuestra provincia hasta Buenos Aires, chocó con una formación detenida. El convoy 116, con más de 400 pasajeros a bordo, embistió al tren de pasajeros 3.832 que se encontraba detenido en las cercanías de la estación Pacheco. Según nuestra crónica, que abarcó varias páginas, “la rapidez con que circulaba el convoy que venía desde la capital tucumana, accionado con dos locomotoras, hizo imposible cualquier maniobra de sus conductores para detener su marcha al ver allí estacionado al otro convoy”. A causa del impacto se produjeron 236 muertos y más de 360 heridos. La empresa Ferrocarriles Argentinos emitió un comunicado oficial donde se informaba que “anoche a las 20.05 el tren de pasajeros 1.016 del ferrocarril General Mitre, que procedía de Tucumán rumbo a la Capital Federal embistió a la altura a la altura del kilómetro 36, entre Benavídez y General Pacheco al tren de pasajeros número 3.832 que a su vez se dirigía de Zárate a Retiro”. En ese informe se indicaba que la formación 3.837, que se dirigía desde Buenos Aires a Baradero, fue detenida en Pacheco y se dispuso que los pasajeros desciendan a allí. Con ello se determinó que el convoy se volviera tren hospital para trasladar a los heridos del accidente”. Un hombre que iba junto a su esposa en el tren urbano relató que hubo “gritos desgarradores y todo ocurrió tan rápido. Fuimos lanzados de los asientos. Se rompieron los vidrios, caían maderas”. Su mujer agregó: “la confusión fue tal que nadie sabía qué hacer. Al salir, después de grandes esfuerzos pudimos advertir que los vagones traseros del tren casi habían desaparecido”.
En 1978
Las agujas del reloj marcaban las 7.22 del 25 de febrero de 1978 cuando el tren Estrella del Norte impactó con un camión con caja y acoplado térmico con una carga de unos 25.000 kilogramos de grasas y derivados de la carne que cruzaba las vías.
El convoy llevaba 2.130 pasajeros. Una curiosidad fue que la cantidad de pasajeros era casi similar a la cantidad de pobladores de la pequeña ciudad de Sa Pereira, ubicada sobre la ruta 19 y a poca distancia de donde se produjo el accidente. A causa del hecho murieron 55 personas y otras tantas resultaron heridas. Nuestra crónica del día 26 sólo decía “53 muertos” y en la bajada informaba que “al chocar el tren ‘Estrella del Norte’ a un camión en Santa Fe”. En la nota se decía que “el impacto fue de tal magnitud que la locomotora volcó y once de los vagones que componían el convoy descarrilaron y se incrustaron algunos de ellos entre sí”.
También se indicaba que el paso a nivel solo tiene alarmas luminosas y campanillas “que funcionaban perfectamente en el instante de la tragedia” afirmaron los testigos. Un joven médico narró: “se veían cadáveres por todas partes y fuera de los vagones gente tirada, en tanto dentro, se podía observar brazos y piernas sueltas cuerpos horriblemente mutilados”.
El relato continúa detallando que el responsable del tren detenido “hizo señales luminosas para informar sobre su presencia pero las señales no fueron vistas desde el otro tren aunque hubiera sido tarde para evitar el impacto”.
Los pasajeros relataron que en su mayoría iban medio dormidos y despreocupados. Yamil Fares relató que “el entrechocar de hierros y maderas produjo un estrépito espantoso. En un instante, sin alcanzar a percibir exactamente lo que ocurría fui desplazado violentamente del asiento y lanzado contra una de las paredes laterales del vagón”. Además indicó que una vez repuesto de la sorpresa “busqué a mi amigo y lo encontré con medio cuerpo fuera del vagón por una ventanilla”. El amigo estaba vivo pero con heridas de cierta consideración. Otro de los pasajeros, Liborio Soria, expresó: “vi el furgón, anterior al coche de segunda clase en el que viajaba, salir violentamente de las vías, inclinándose a un costado. Me di cuenta que algo anormal pasaba y me abalancé a la plataforma de salida del coche, en cuyas circunstancias sentí un golpe profundo en la cabeza, el que, sin embargo no llegó a hacerme perder el conocimiento”.
En 1970
El 1 de febrero de 1970 se produjo otra tragedia cuando el recordado “El Mixto”, que iba desde nuestra provincia hasta Buenos Aires, chocó con una formación detenida. El convoy 116, con más de 400 pasajeros a bordo, embistió al tren de pasajeros 3.832 que se encontraba detenido en las cercanías de la estación Pacheco. Según nuestra crónica, que abarcó varias páginas, “la rapidez con que circulaba el convoy que venía desde la capital tucumana, accionado con dos locomotoras, hizo imposible cualquier maniobra de sus conductores para detener su marcha al ver allí estacionado al otro convoy”. A causa del impacto se produjeron 236 muertos y más de 360 heridos. La empresa Ferrocarriles Argentinos emitió un comunicado oficial donde se informaba que “anoche a las 20.05 el tren de pasajeros 1.016 del ferrocarril General Mitre, que procedía de Tucumán rumbo a la Capital Federal embistió a la altura a la altura del kilómetro 36, entre Benavídez y General Pacheco al tren de pasajeros número 3.832 que a su vez se dirigía de Zárate a Retiro”. En ese informe se indicaba que la formación 3.837, que se dirigía desde Buenos Aires a Baradero, fue detenida en Pacheco y se dispuso que los pasajeros desciendan a allí. Con ello se determinó que el convoy se volviera tren hospital para trasladar a los heridos del accidente”. Un hombre que iba junto a su esposa en el tren urbano relató que hubo “gritos desgarradores y todo ocurrió tan rápido. Fuimos lanzados de los asientos. Se rompieron los vidrios, caían maderas”. Su mujer agregó: “la confusión fue tal que nadie sabía qué hacer. Al salir, después de grandes esfuerzos pudimos advertir que los vagones traseros del tren casi habían desaparecido”.
En 1978
Las agujas del reloj marcaban las 7.22 del 25 de febrero de 1978 cuando el tren Estrella del Norte impactó con un camión con caja y acoplado térmico con una carga de unos 25.000 kilogramos de grasas y derivados de la carne que cruzaba las vías.
El convoy llevaba 2.130 pasajeros. Una curiosidad fue que la cantidad de pasajeros era casi similar a la cantidad de pobladores de la pequeña ciudad de Sa Pereira, ubicada sobre la ruta 19 y a poca distancia de donde se produjo el accidente. A causa del hecho murieron 55 personas y otras tantas resultaron heridas. Nuestra crónica del día 26 sólo decía “53 muertos” y en la bajada informaba que “al chocar el tren ‘Estrella del Norte’ a un camión en Santa Fe”. En la nota se decía que “el impacto fue de tal magnitud que la locomotora volcó y once de los vagones que componían el convoy descarrilaron y se incrustaron algunos de ellos entre sí”.
También se indicaba que el paso a nivel solo tiene alarmas luminosas y campanillas “que funcionaban perfectamente en el instante de la tragedia” afirmaron los testigos. Un joven médico narró: “se veían cadáveres por todas partes y fuera de los vagones gente tirada, en tanto dentro, se podía observar brazos y piernas sueltas cuerpos horriblemente mutilados”.
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