martes, 17 de septiembre de 2019

Roger Davies un diseñador de lujo

El galés de Remedios de Escalada que le puso su sello a los trenes turísticos argentinos
BUENOS AIRES 17 Sept(Clarin).-Roger Davis diseñó el Ferrocarril Austral Fueguino, el trencito de Mundo Marino, y colaboró en el del Parque Nacional Iguazú. A los 80 años, sigue activo en el Ferroclub de Escalada.
    Roger Davis, constructor de trenes galés y vecino de Remedios de Escalada.

Ese hombre de cuerpo menudo que observa embelesado el lujoso vagón con camarotes de 1922, recuperado en el Ferroclub Remedios de Escalada, no es un espectador más.

Para el público que pasea por el predio durante la tarde de un sábado destemplado, la discreta presencia de Roger Davis impide caer en la cuenta de que se trata del más experimentado trabajador ferroviario del lugar, nada menos que el constructor del tren artesanal, impulsado por una diminuta locomotora a vapor, que lleva a los visitantes por una trocha de 26 centímetros de ancho y 300 metros de largo entre portentosas máquinas, grúas, locomotoras y vagones.

La nutrida legión de socios de la institución, vecinos y operarios ad honorem dedicados a rescatar y reparar piezas, coches y máquinas coincide en señalar que “Roger sabe todo sobre vagones de madera, locomotoras diésel, grúas y herramientas”.

Al talento del inmigrante británico (nacido hace 80 años en Clydach, al sur de Gales, donde se recibió de técnico mecánico a los 22 años) también se debe el diseño del tren recreativo del complejo Mundo Marino (en San Clemente del Tuyú) y del Ferrocarril Austral Fueguino -la moderna versión del “Tren del Fin del Mundo”- y la extensión de 8 kilómetros de vías hasta el Parque Nacional Tierra del Fuego.
Roger Davis, constructor de trenes galés, en el Ferroclub Remedios de Escalada.

Después se sumó al taller que fabricó los vagones para el tren ecológico que une la entrada al Parque Nacional Iguazú con la estación Garganta del Diablo.

Esos antecedentes de peso le valieron para ser convocado a aplicar sus conocimientos en la fábrica de locomotoras, vagones y máquinas Materfer, en las plantas de Caseros (provincia de Buenos Aires) y la ciudad de Córdoba.

Davis aunó su pasión por los trenes y el afecto por su esposa en la admirable joya que concibió en el Ferroclub con piezas recicladas en los talleres de Escalada: el pequeño tren de pasajeros fue bautizado Doña Teresita, como una declaración de amor explícita a Teresa Cañas.

Los caminos de la pareja se cruzaron por primera vez en 1973 en las Islas Malvinas, adonde Davis había sido enviado desde Londres, contratado como encargado de usinas y máquinas de asfalto para la pista de los aviones comerciales.

Por su parte, a esa altura, Teresita ya era una respetable pionera: ejercía su profesión como la primera docente en idioma español en Puerto Stanley.

Roger Davis, constructor de trenes galés, en el Ferroclub Remedios de Escalada.

Más tarde, Davis y su esposa se instalaron en un barco amarrado en un muelle de Stratford, la ciudad natal de William Shakespeare, en Inglaterra.

“Allí me dediqué a fabricar barcos de paseo para turistas, equipados con motores eléctricos con una autonomía de una semana. Pero hacía mucho frío y extrañábamos a nuestros amigos de la Argentina, por lo cual en 1983 decidimos volver”, recuerda.

Después de su largo derrotero de ocho décadas, Davis admite haber encontrado en Lanús su lugar en el mundo y apenas permite entrever un dejo de nostalgia cuando recuerda entre las brumas del pasado su infancia familiar, cuando se sentía inmensamente feliz viajando en un tren a vapor con vagones de madera que trepaba las montañas de Gales.

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