martes, 3 de septiembre de 2024

Historias

La doble vida del trabajador ferroviario que ama los trenes desde chiquito: es conductor y fotógrafo de lo que nadie ve

CABA 3 Sept (Infobae).-Ya ganó tres concursos. Ahora participa de una muestra colectiva organizada por Emova que retrata la vida nocturna y los detalles del subte que pasan desapercibidos en el apuro cotidiano

Guillermo en las vías y cámara en mano: sus dos pasiones unidas.

La casa de la infancia de Guillermo Villa era en Flores, a dos cuadras del premetro. Ese medio de transporte que recorre el Villa Riachuelo, Lugano, Soldati y el barrio en el que Guillermo crecía fue el primero en cautivarlo. Ahí, delante de esa especie de tranvía que va y viene por una parte del sur porteño, empezó a desarrollar una actividad que se convertiría en su pasión: la fotografía ferroviaria.

Era imposible saberlo en ese entonces, pero alrededor de esa pasión, que no haría más que crecer hasta el día de hoy, Guillermo iba a construir también su vocación cotidiana. Es que primero vino su ojo y el lente de su cámara apuntando al premetro o a la estación de Retiro, y después llegaría su deseo de profundizar aún más el vínculo que lo unía con los trenes. Desde 2014, unos cinco años después de empezar a hacer fotografías entre vías y terminales, Villa es también trabajador ferroviario.

Ahora mismo, y hasta diciembre, Guillermo es fotógrafo y trabajador ferroviario, y es también uno de los once artistas profesionales o amateurs que exponen sus obras en la muestra Instantáneas en el Subte. Un viaje entre el día y la noche, organizada por Emova, la empresa que concesiona el subte porteño, y con el foco puesto en ese medio de transporte que atraviesa la Ciudad por sus entrañas y que traslada a unas 678.000 personas cada día hábil.

El contrapunto entre lo antiguo y lo moderno, en una de las fotos de Guillermo que compone la muestra organizada por Emova.

“Empecé a ser trabajador del ferrocarril como peón de cuadrilla, en 2014. Mi base es en Retiro, trabajo en el Mitre. Fui haciendo cursos, tecnicaturas, y ahora manejo las máquinas que mantienen la infraestructura por las noches. Conduzco un tren de mantenimiento, sin pasajeros. Yo llevo herramientas u operarios”, describe Guillermo, que tiene 39 años y hace diez que empezó a trabajar entre trenes.

De lunes a viernes, ocho horas por día, está empleado en la misma estación que miraba fascinado cuando era chiquito. “Desde acá tomábamos el tren con mi mamá para ir a visitar a nuestra familia en Santiago del Estero, era un viaje de 14 ó 16 horas. Yo era chiquito y miraba todos los detalles de la estación, y después viajaba alucinado en el tren. Creo que ahí empezó eso de que me gusten tanto, y después arranqué con las fotos en lo que tenía más cerca de mi casa, el premetro”, le cuenta a Infobae rodeado de algunas de las fotos que tomaron él y otros fotógrafos para la muestra organizada por Emova, que ahora mismo puede verse en la estación Humberto 1º de la línea H.

“Yo estoy acostumbrado a los trenes, sobre todo. Mis compañeros del ferrocarril a veces me miran raro cuando aparezco con la cámara, ‘¿qué hacés con eso?’, me preguntan las veces que vengo con todo el equipo, el trípode, todo. Es que ni los pasajeros que van y vienen por la estación ni los trabajadores que están todos los días en el tren se toman el tiempo para ver los detalles que hay para mirar alrededor del tren”, describe Guillermo, apasionado.

Guillermo trabaja en Retiro, la estación que lo deslumbró cuando era chiquito y salía desde allí a Santiago del Estero, a visitar a su familia.

“Cuando pasás apurado o en el medio del laburo por un lugar, es lógico que no te pongas a ver, a detenerte en los detalles o en algunas imágenes que pueden sorprenderte. Pero a mí me gusta hacer eso. En Retiro por ejemplo hay una arquitectura maravillosa, carteles y relojes antiguos, una luminaria muy llamativa, y todo el armazón de la nave y los andenes tiene un estilo industrial muy atractivo. De todo eso se pueden hacer grandes fotos, además de las que podés hacer desde un puente de trabajo o desde las vías, lugares a los que un trabajador tiene el privilegio de tener acceso si es un apasionado de los trenes”, suma Villa.

Con su Nikon D-3100, Guillermo toma fotografías nocturnas de larga exposición o las que hace en las “escapaditas” que organiza para conocer pueblos cercanos, en los cuales hay una sola cosa que nunca se pierde: la estación ferroviaria. Por ahora, no logra contagiar a su hijo de 14 ni a su hija de 11 de esa pasión que lo cautiva: “No se enganchan, pero no los fuerzo. Cada uno tiene que descubrir qué es lo que le encanta”, dice.

La oportunidad de fotografiar el subte para ser parte de esta muestra llegó por Instagram. Fue por esa red social que se enteró de la convocatoria de Emova, y es en esa red social en la que muestra su trabajo. “Yo ya había participado de concursos organizados por el Museo Ferroviario, el sindicato y Trenes Argentinos y los gané. La oportunidad de fotografiar el subte era novedosa y además, aunque parezca parecido, tiene muchas diferencias con el tren”, describe.

Por la noche hay un subte que no vemos: el que prepara la red para funcionar al día siguiente. La foto, parte de la muestra, fue tomada en la estación San Pedrito de la línea A por Mario Passera.

Para participar de la muestra que también pasará por las estaciones J.M. de Rosas (línea B), Congreso de Tucumán (línea D), Diagonal Norte (línea C) y Perú (línea A), Guillermo -y los demás seleccionados- presentaron algunas imágenes de sus portfolios y un primer proyecto sobre lo que les interesaba fotografiar si eran elegidos para ser parte de la muestra colectiva.

Las curadoras Ana Bonelli y Cecilia Gallardo, convocadas por Emova, fueron las que decidieron quiénes serían los once participantes: se fijaron en que hubiese profesionales y amateurs, variedad de edades y de género, y también en que esas ideas presentadas pudieran participar de un mismo hilo conductor.

“Como en el tren, el subte también es un lugar por el que miles y miles de personas pasan todos los días sin reparar en los detalles que tienen alrededor. En mi caso, busqué por un lado mostrar a esa gente en movimiento, y también esos detalles que capturaron mi atención”, cuenta Guillermo. Una de sus fotografías, tomada en la estación Perú de la línea A, muestra el contrapunto entre un antiguo banco de madera de los que invitan a los pasajeros a descansar en los andenes y los vagones modernos que van por el riel.

Otra muestra el reflejo rojo casi fuego sobre las vías metálicas: “Es la luz de un semáforo de los que hay en los talleres de Nazca, pudimos acceder a lugares del subte que no podés ver como pasajero, y eso fue alucinante; pudimos fotografiar esos rincones que nadie ve”, cuenta Guillermo, que muestra su trabajo en un perfil de Instagram centrado en sus fotografías ferroviarias.

Nicolás Ferreyra, autor de la foto que ganó el certamen de la muestra organizada por Emova.

La muestra de la que es parte de cuenta no sólo rincones del subte que nadie observa, sino de horarios del subte que nadie ve y que son los que sostienen su funcionamiento. En las fotos, un trabajador aspira los coches, otro limpia con espuma la parte exterior de esos coches, y algunos reparan los rieles.

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