miércoles, 14 de diciembre de 2022

El Descarrilamiento de Haedo

Grave descarrilamiento en la línea Sarmiento: falta de inversión y de un verdadero plan de modernización

BUENOS AIRES 14 Dic (Prensa Obrera).-Un incidente ferroviario en la zona de Haedo pone en evidencia la falta de inversión en la línea línea Sarmiento, la falta de un plan de contingencia y la necesidad de discutir un programa integral de transporte. Un grave descarrilamiento se produjo el 12 de diciembre en cercanías de la estación Haedo, partido de Morón, obligó a suspender casi todo el movimiento ferroviario en esa localidad. Alrededor de las 12:45, el tren denominado “el carbonero”, conformado por tolvas carboneras que van y vienen desde La Plata hasta Luján de Cuyo (provincia de Mendoza) operado por Trenes Argentinos Cargas, descarriló justo cuando atravesaba las cuatro vías del ramal eléctrico de la Línea Sarmiento que une Once con Moreno, produciendo además enormes daños en la infraestructura de vías.

Haedo es un punto nodal ferroviario de gran importancia en la región ya que conecta las líneas Sarmiento, Roca y San Martín con los talleres locales y un playón. El servicio de pasajeros de la Línea Sarmiento se vio fuertemente afectado y fragmentado, produciendo enormes concentraciones de trabajadores en diferentes estaciones y en las paradas de colectivos cercanas, colapsando así el transporte público local, como ocurre cada vez que se interrumpe el servicio. También se vio aquejado el servicio Haedo – Temperley y el tren de larga distancia a Pehuajó.

En diferentes medios locales y en redes sociales de usuarios se viralizaron las imágenes de los vagones y vías destruidos, y hubo centenares de expresiones de enojo y hartazgo de los pasajeros que cotidianamente sufren las consecuencias de un servicio con constantes demoras y cancelaciones. La falta de inversión se traduce a recurrentes fallas técnicas y en incidentes como estos. También quedó al descubierto la falta de un plan de contingencia que contemple un servicio de colectivos de emergencia para traslado de pasajeros y evitar el colapso del resto del transporte de la zona. Todo esto en vísperas de un nuevo tarifazo y una inflación imparable que va mellando el humor social.

Cabe mencionar que otro de los grandes problemas de la línea Sarmiento es la cantidad de pasos a nivel que tiene, construidos y diseñados hace décadas cuando la densidad de población era mucho menor a la actual. Nunca se planificó una nueva traza independiente del tránsito vehicular y peatonal. Ni siquiera el muy cuestionado soterramiento terminó de materializarse, principalmente porque era una obra cuya razón de ser eran jugosos negociados entre funcionarios de diferentes gobiernos con empresarios y que finalmente sucumbió bajo el peso de su propia corrupción. La contraparte: miles de muertos en pasos a nivel y grandes perjuicios para la clase trabajadora. El actual “Plan de Modernización del Transporte Ferroviario” que impulsa el Ministerio de Transporte no puede ofrecer una solución de fondo.

Respecto al descarrilamiento, no es un hecho aislado sino que incluso hace menos de dos meses la misma formación había descarrillado en el mismo lugar. Esto ocurre porque los ADVs (aparatos de vías) de la zona nunca se cambiaron ni cuando se hizo la renovación de vías en el ramal, una realidad frecuente en distintos puntos de la traza.

Los descarrilamientos, visto más ampliamente, son una constante en el sistema ferroviarios argentino, sobre todo en trenes cargueros. La causa principal es estrictamente política; el actual sistema de concesiones de carga, que data de la época del menemismo y que abarcan a casi todas las líneas del país, no obliga a las empresas privadas operadoras, cuyos dueños son grandes capitalistas agrarios, mineros y alimenticios, a renovar ni hacer mantenimiento pesado de vias ya que consideran que para transportar carga no necesitan velocidad. Todo lo que se ahorran en inversión se transforma en ganancias. También tienen la potestad de regular la circulación, permisos y velocidad de los exiguos trenes de pasajeros regionales y de larga distancia, haciendo que estos circulen hasta por debajo de las posibilidades con viajes interminables. Aún así, pueden descarrilar, como pasó en marzo de este año en Olavarría, cuando un tren con más de 400 pasajeros se dirigía a la ciudad de Bahía Blanca.

Los límites para superar esta situación por parte del gobierno es por un lado su carácter de clase, que hace que priorice los intereses capitalistas y la ganancia de éstos, y por el otro el ajuste que aplica en todas las áreas por mandato del FMI, que le impide realizar una inversión a la escala necesaria.

Los trabajadores ferroviarios y usuarios debemos abordar el problema en su conjunto y discutir un verdadero plan de modernización del todo el transporte fundamentado sobre las necesidades de las mayorías populares en lugar de la ganancia empresarial, nacionalizado íntegramente, que recupere fábricas y talleres para generar trabajo y que esté encuadrado en una reorganización económica dirigida por la propia clase trabajadora.

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