sábado, 5 de noviembre de 2022

Tren a las Nubes

El Tren a las Nubes "le da vida a la Puna”

Sin dudas, es una de las excursiones más famosas del norte argentino y una experiencia imperdible.

   El Tren a las Nubes "le da vida a la Puna”

Fotos: Alfredo Burgos.

SALTA 5 Nov (ANB).-El Tren a las Nubes se presenta como uno de esos tesoros para descubrir. Su recorrido, y no solo el de las vías férreas sino todo lo que se transita hasta llegar a San Antonio de los Cobres, está envuelto en paisajes únicos y un casi misticismo por la altura y lo que puede generar.

San Antonio de los Cobres es un pueblo pequeño del oeste de la provincia de Salta. Si bien se puede hacer la excursión en el día desde Salta capital, también hay opciones para dormir en el pueblo y conocer todos sus rincones.

El viaje desde Salta empieza temprano. Son unos 165 kilómetros a recorrer, pero como siempre, la altura hace de las suyas y si bien el camino es de asfalto, conlleva precaución extra, sumado a las paradas obligadas que todo turista quiere hacer.

Un viaducto que cruza por encima de la ruta es la primera parada en el recorrido. Foto: Alfredo Burgos.

No debe haber camino que no cautive los ojos en el norte argentino y aunque por momentos, la altura, el viaje, la madrugada hacen que los párpados pesen y se sienta sueño, es más fuerte el deseo de grabar en la retina cada color, cada cerro, cada quebrada.

Una de las primeras paradas fue en un viaducto que pasa sobre la ruta, alto e imponente. Se puede subir por un pequeño y corto sendero, siempre bajo la recomendación de ir despacio y no agitarse para prevenir males de altura.

El camino sigue serpenteando un río y bordeando cerros tan altos que sorprenden. La segunda parada es en El Alfarcito, un pequeño paraje, donde se puede comprar algo para comer, fotografiar su hermosa iglesia y continuar viaje, cada vez más cerca del destino final.

El Alfarcito es otra de las paradas en el viaje a San Antonio de los Cobres. Foto: Alfredo Burgos.

Tras pasar por el punto más alto de la ruta, donde la altura supera los 4 mil metros, el camino sigue y sigue hasta que a lo lejos, se distingue lo que es San Antonio de los Cobres.

“Llegar a San Antonio de los Cobres es encontrarse con una variedad de culturas, es extirpe de los pueblos originarios”, sostuvo Reina Ferril, secretaria de Turismo de la pequeña localidad ubicad a 3775 metros sobre el nivel del mar.

Ferril detalló que en San Antonio de los Cobres se destacan sus “comidas, la gente dispersa que sabe cantar coplas, que cocina diferente. Es que te reciba el viento, el cielo diáfano. Llegar a San Antonio es encontrarse con una diversidad de culturas”.

Más allá del pueblo que invita a disfrutarlo, conocerlo y recorrerlo, día a día llegan cientos de turistas que van a vivir la experiencia del Tren a las Nubes, al que la mayoría mal llamamos, de las Nubes.

Este tramo ferroviario pertenece al Ferrocarril General Manuel Belgrano y une el pueblo con el viaducto La Polvorilla, de donde miles de fotos recorren el mundo y hacen más famoso incluso, al lugar.

Si bien hasta hace unos años atrás, se podía tomar el tren en Salta capital y recorrer los más de 160 kilómetros a bordo, desde 2015 se acortó al tramo actual, que implica un viaje de unos 45 minutos.

El primer viaje del tren se realizó el 16 de julio de 1972 y se mantuvo por 18 años hasta 1990, cuando los ferrocarriles del Estado fueron privatizados. Desde 1991 el emprendimiento turístico estuvo en manos de capitales privados salteños hasta que en Julio de 2014 el gobernador Juan Manuel Urtubey decidió crear la sociedad del estado Tren a las Nubes SFTSE para brindar un servicio bajo estándares de calidad y seguridad internacionales.

El viaducto La Polvorilla es el final del recorrido del Tren a las Nubes. Foto: Alfredo Burgos.

Si bien muchos vinculan su nombre a la altura del viaducto La Polvorilla, cuenta la historia que se debe a una anécdota protagonizada por dos camarógrafos tucumanos que en la década del ’60 realizaron el viaje en el tramo Salta/Socompa, cuando todavía no era masivo a nivel turístico.

Cuando llegaron al viaducto La Polvorilla, la máquina hizo una descarga de vapor que, por debido a la baja temperatura del lugar, quedó flotando por unos momentos en el aire puneño. El trabajo realizado fue ofrecido al Ferrocarril y luego lo cedió al periodista del Diario Clarín Emilio Petcoff, para que hiciera el guión del documental y quien, al ver las imágenes, tituló a ese trabajo “Tren a las Nubes”. Luego, Ferrocarriles Argentinos adoptó ese nombre para el único emprendimiento turístico ferroviario que tenía el país en ese entonces, que recorría 217 km del Ramal C14.

Actualmente, el tren se aborda en San Antonio de los Cobres y en un tranquilo recorrido, se pueden observar los hermosos paisajes de la puna salteña. Cada vagón cuenta con guías que se encargan de relatar los datos más importantes, tanto de la historia del ferrocarril, como de la región en la que se emplaza.

El Tren se detiene unos 15 minutos para tomar fotografías y comprar artesanías. Foto: Alfredo Burgos. 

El recorrido es de poco menos de una hora hasta el viaducto La Polvorilla, a 4.200 msnm, donde se atraviesa la obra más imponente de la ingeniería del siglo pasado. Allí, se instalan muchísimos artesanos y vendedores y después de las fotografías obligadas desde las ventanillas del tren, se desciende y se puede disfrutar de una rica tortilla rellena o comprar alguna artesanía.

Además, también se realiza el izado de la bandera argentina en un pequeño morrito al que se puede subir y cantar las canciones patrias, mientras el viento, siempre presente en esa altura, lo permita.

Un legado familiar

Amalia Martínez es una de las trabajadoras del “tren más famoso del mundo”, como ella misma lo define, pero su historia es por demás particular, ya que es la tercera generación de su familia que se emplea en la línea ferroviaria.

“Mi abuelo paterno trabajó en la construcción del ramal san Antonio de los Cobres-viaducto La Polvorilla. Luego mi papá trabajó 28 años en el ramal C14. La tercera generación soy yo”, contó con orgullo la mujer.

Amalia lleva el tren en la sangre, en sus recuerdos, en su memoria. Sin poder evitar emocionarse, recordó primero las anécdotas que le contó su abuelo cuando ella era una niña. Anécdotas que hablaban de inviernos duros, de climas rigurosos, “siempre decía que cuando se mojaba, las botas se le congelaban”, rememoró.

También, como parte de los recuerdos con los que creció, están las vidas que se perdieron en la obra de lo que hoy, todos los turistas pueden y quieren conocer. “No ha sido una obra fácil. Se hizo a pala y pico. Llevó 60 años desde que se empezó a gestar la idea y se hizo. La construcción llevó 27 años, fue derribar la montaña con dinamita, a pala y pico”, remarcó.

“Hasta mis 10 años, mis viajes eran en tren. Los recuerdos son muchos, inviernos, veranos. Cuando nos quedábamos con el tren que era la parte más hermosa”, relató Amalia con los ojos humedecidos por las imágenes que seguramente, se agolparon en su cabeza.

Tal como su abuelo y luego su padre, Amalia ama al tren y eso se nota. “El tren es todo. El tren es vida: ha sido transporte de carga, de pasajeros, ha sido anécdotas, ha sido ver los trenes patrios embanderados. Ha sido pasar navidades, año nuevo, fechas patrias. El tren es vida para la puna”, dijo con convicción. Para Amalia, no solo los turistas aman este recorrido, “San Antonio de los Cobres ama el tren y añora el tren. Añoran que algún día vuelva como servicio público”. (ANB)

El Tren a las Nubes "le da vida a la Puna”

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