domingo, 13 de junio de 2021

Talleres Ferroviarios

Historia de los Talleres Ferroviario, historia de familia


JUNIN 14 Jun(Semanario).-En 1891, un joven inmigrante italiano, Albino Sabus, mi tatarabuelo, partió de Udine con sus padres Antonio y Pierina y sus hermanos a hacerse la América. Antonio no resistió la travesía, y las viejas dolencias de la guerra le pasaron factura y Río de Janeiro fue su lugar de descanso eterno. Llegado a la Argentina en 1892, se afincó en Junín y con sus 23 años ingresó como carpintero en los Talleres Ferroviarios que hacía solo seis años atrás se habían establecido en la ciudad.  

Al tiempo formó familia con una coterránea de apellido Barbieri, y pronto vinieron los hijos.  En 1914 se retiró del ferrocarril y su hijo mayor de 16 años, Antonio Ramón, mi bisabuelo, ingresó como mensajero en la oficina del Jefe Ingeniero Mecánico, don Francis Colin York, que no era otro que el residente del Chalet.

Luego el resto de los hijos, a medida que tenían edad, fueron incorporándose en distintos puestos en el ferrocarril: Waldino, Américo, Albino, Líbero (que fue maquinista), Arnaldo “Nandi” (el padre del popular “Pirulo”), solo Virginio se abstuvo del mandato; mientras que sus hijas, Raquel y Cecilia, se “casaban bien“ con ferroviarios muy vinculados. Cecilia lo haría con Francisco Abdelnur, cuyo hermano era el Secretario Administrativo de la Jefatura de Talleres y concejal conservador en tanto Raquel lo haría con Bernardo Murphy, cuyo hermano fue concejal radical y el último Jefe de Talleres del periodo inglés. Las charlas en las reuniones familiares girarían, inevitablemente, entre rieles, durmientes, tracción, locomotoras, servicios y horarios.

Antonio Ramón Sabus dio su vida por el ferrocarril. En enero de 1953 lo sorprendió la muerte en el patio de los Talleres. Su hijo Jorge Antonio, mi abuelo, que estaba en un edificio cercano fue alarmado por el griterío de los operarios, sin saber que el fallecido era su padre. Una calle de Junín lo recuerda, ya que fue el ejemplo de dirigente deportivo.

Jorge Antonio, también empezó a trabajar de mensajero. Entró el 25 de agosto de 1941 bajo las órdenes del Jefe Ingeniero Mecánico, Mr. Kimberley, el fundador del Junín Golf Club.  Fueron 48 años, un mes y veinticinco días en los Talleres de Junín. Vivió la época inglesa, la nacionalización, la huelga de 1951, el plan Larkin, la represión del Plan CONINTES, la huelga de 1961, el temor al cierre por la “dieselización”, las luchas por un salario mejor, los recortes presupuestarios, la falta de inversión.  Dejó de puño y letra unas “memorias ferroviarias” que encontré entre sus papeles. En los actos del centenario de la fundación de los Talleres en 1986 fue homenajeado con una plaqueta ya que era el segundo más antiguo en actividad. Su último día de trabajo fue el 29 de junio de 1989, justo antes que comenzara el proyecto político que destruyera los ferrocarriles.  

Esta es la historia de mi familia, casi 100 años entre mi tatarabuelo, bisabuelo y abuelo en los Talleres Ferroviarios de Junín. Muchos otros juninenses pueden contar historias similares. Hace un tiempo expresé que Junín se fundó en 1827, pero que existía una segunda fundación en 1886. Políticamente, porque se pudo elegir al primer Intendente, y económicamente porque se fundaron los Talleres Ferroviarios. Con eso se delineó el proyecto de ciudad. Fue un símbolo muy fuerte durante décadas, que dio vida a la ciudad y creo una mística, hasta que la política, la mala política, lo clausuró.

En estos días la noticia es que se recuperan los Talleres. No van a hacer aquellos talleres, serán otros, con los requerimientos que los tiempos imponen. Lo importante es recordar, tener memoria. Y agradecer. De la lucha de los que nunca bajaron los brazos, y de aquellos que cuando llegaron, no se olvidaron de sus promesas. En este punto el recuerdo para Mario Meoni es insoslayable. La buena política también es posible.

Los Talleres Ferroviarios otra vez en manos del Estado, como debió haber sido siempre.


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