viernes, 14 de junio de 2019

Parque Patricios:

Parque Patricios: vecinos se quejan por las vibraciones de la línea H del subte
 
    Raquel muestra las rajaduras en su pared Crédito: Soledad Aznárez

CAPITAL FEDERAL 14 Jun(La Nacion).-Apenas transcurrieron cinco minutos de las 9 de la mañana. Es un día hábil y eso se nota en Parque Patricios, a escasas cuadras de la sede de gobierno porteña. Raquel, vecina de la calle Patagones, se prepara una taza de té antes de partir a su lugar de trabajo. De repente, los vidrios de la puerta que dan al garaje comienzan a vibrar. Es un pequeño movimiento que persiste unos pocos segundos, pero que tampoco pasa desapercibido en la mesa del comedor. Es el subte H que dicen, en esta parte del barrio, “no es una línea muda”.

“Y así estamos desde hace más de dos años. No es un problema de sonido [apenas se oye un zumbido], sino de calidad de vida”, enfatiza Raquel Zanelli. En medio del diálogo con LA NACION, se percibe el paso de varias formaciones. Algunas lo hacen de manera casi imperceptible, pero a las 9.33 otra vibración se hace notar con mayor claridad en los muebles de su hogar. La mujer está preocupada. Descubrió que su vivienda comenzó a tener rajaduras y algunos azulejos se desprendieron. Si bien no cuenta aún con un informe que explique las causas de esos problemas, le llama la atención que surgieron entre fines de 2016 y comienzos de 2017, cuando la línea H mejoró en frecuencia y renovó algunas formaciones.

Zanelli no es la única vecina intranquila. Son varias las personas que viven sobre la calle Patagones, entre las estaciones Caseros y Parque Patricios de ese ramal del subte, que formaron un grupo denominado “la línea H no es muda”. Es en ese tramo en que el recorrido de las formaciones dejan de pasar por debajo de una avenida (en este caso, Jujuy) para, tras tomar una curva luego de Caseros, continuar bajo Patagones hasta el parque Patricios.

El tramo que genera trastornos El tramo que genera trastornos

“Pedimos respuestas, pero sólo vinieron algunas veces a tomar mediciones y, oh casualidad, justo en esos momentos las vibraciones no se sentían tanto. Estuvieron por debajo de lo que sería la norma”, cuenta Fernando Roldán y especifica que se acercaron técnicos de la Agencia de Protección Ambiental (APRA), de la concesionaria Metrovías y de Subterráneos de Buenos Aires (Sbase). Y reflexiona: “De alguna manera, hay momentos en los que se logra reducir la vibración, como ocurrió en enero que no teníamos problema. Creemos que tiene que haber alguna solución para reducir el impacto”, agrega el hombre.
Cansado de ver a su mamá Mirta, que es quien vive sobre Patagones, con “cara de que en cualquier momento se le cae la casa” y ataques de ansiedad, como lo describe Roldán, el joven decidió tomar cartas en el asunto y se juntó con otros vecinos para realizar un relevamiento casero, tipo experimental. El 17 de abril, un grupo de personas bajó a la estación Caseros y otro lo hizo en Parque Patricios, el tramo en conflicto. Mientras ellos tomaban nota del horario y el número de formación que circulaba en cada momento en cada punto, con el objetivo de calcular la velocidad, en un par de viviendas unos teléfonos celulares “medían” la vibración.

“Bajamos una aplicación, un vibrómetro, que en realidad está hecho con una escala para terremotos, pero servía como demostración que hay movimiento”, explica Roldán, que contó con la ayuda de compañeros de trabajo que tienen más conocimiento en el tema. En 30 minutos, por ejemplo, registraron tres eventos que se acercaron al grado 3 en la escala Mercalli -esta medida es utilizada para evaluar la intensidad de los sismos a través de los efectos causados en las estructuras-, según la conclusión preliminar a la que accedió LA NACION. De acuerdo a la escala, el temblor débil es perceptible por algunas personas dentro de los edificios, especialmente en pisos altos.
    Los vecinos midieron las vibraciones

Cada noche, Gonzalo Sarasola se recuesta a dormir pensando en qué momento pasará otra formación que irrumpirá con su calma nocturna. Porque, aunque el servicio deja de funcionar alrededor de la medianoche, también se perciben algunas vibraciones durante la madrugada cuando se realizan las labores habituales de mantenimiento, relata el hombre. “Es molesto para nuestra calidad de vida. No podemos dormir tranquilos más de cinco horas”, reflexiona y aclara, como todos los vecinos consultados, que no está en contra del paso del subte.

Tanto él como su señora enviaron correos electrónicos de reclamos a Sbase, hicieron llamados a la línea 147 y remitieron una carta a la Defensoría del Pueblo, indica el vecino. “No me explican nada. Nadie nos ayuda. Vinieron tres o cuatro veces a medir con un aparatito pero no coincide con lo que sentimos”, dice, inquieto.

Existe una ley, la 1540, de control de contaminación acústica (que incluye las vibraciones). Consultadas por LA NACION, fuentes de Sbase dijeron que cuando surgen este tipo de reclamos es Metrovías quien realiza las correspondientes mediciones a lo largo de la calle y en distintas condiciones: con y sin paso de formaciones; con y sin tránsito en superficie. “El operador informó que los niveles de vibración medidos en el punto de estudio son muy inferiores a los establecidos en las Normas IRAM 4077, DIN 4150 y BS 7385, que son las que regulan el nivel de vibraciones en las ciudades”, se indicó. Dentro de los domicilios particulares, es la APRA quien realizó los relevamientos. “De acuerdo al procedimiento, si eventualmente se superara el límite permitido se deberá enviar a Sbase los resultados. Hasta ahora no sucedió”, agregaron las fuentes.

Metrovías indicó a LA NACION que se contactaron con los vecinos que expresaron su realidad “para ponernos a disposición y avanzar en próximas mediciones que estaremos realizando en el lugar con el fin de resguardar el bienestar de los vecinos”. En tanto, ante la consulta de este diario, no hubo respuesta oficial de APRA.

Ana Páez Cortez, en tanto, asegura que está “cansada” de las vibraciones del subte. Cuenta: “Semanas atrás, estábamos comiendo con mi hermana y escuchamos un estallido en la galería de nuestra casa. Había ‘volado’ un par de cerámicas de la pared que se sumaron a otras cuatro que cayeron otro día. Estamos gastando mucho dinero con un albañil por rajaduras y para pintar”. Y Sergio Cordini expresó su descontento a través de una carta de lectores que escribió a LA NACION: “[.] El paso de las formaciones mueve desde la propia edificación hasta los elementos más diminutos del hogar. Una pesadilla constante.”.

“Las familias están pidiendo al gobierno que no controle un instante, sino que registre las vibraciones durante todo el día y en distintos puntos desde los rieles hasta las habitaciones de las viviendas”, indicó, a través de un comunicado, el Observatorio del Derecho a la Ciudad.

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