jueves, 1 de noviembre de 2018

La remodelación de Constitución y Retiro

La remodelación de Constitución y Retiro, dos estaciones emblemáticas de la Ciudad

Estación Constitución. La última intervención se había realizado en 2005, cuando se hizo la obra en el subsuelo, que era de tierra. La más reciente es la de mayor envergadura.

El objetivo fue mejorar la experiencia del usuario y cuidar la historia de cada edificio.

Hasta hace unos meses, pasar por las estaciones de Constitución y Retiro generaba un sentimiento contradictorio. La belleza de sus construcciones invita a levantar la mirada del piso; pero la suciedad, el mobiliario roto y el caos de las circulaciones hacían apurar el paso. Las tareas de recuperación y remodelación llevadas adelante por Trenes Argentinos Operaciones apuntaron a un cambio en ese comportamiento. Ahora, muchos pasajeros se detienen, sacan fotos de los locales, del artesonado y hasta se animan a usar los sanitarios.

Primero fueron las obras en Retiro, que comenzaron en 2016 y ya están terminadas. “La estación estaba prácticamente abandonada”, recuerda el ingeniero Martín De Bony, subgerente de Vía y Obra. Mugre de décadas, ratas, caños rotos, cableados de distintas épocas y sin control son algunos de los elementos que configuraban un escenario deprimente. Todo esto junto y más estaba desperdigado en el subsuelo, 5 mil metros cuadrados desaprovechados, que nadie veía y que eran intransitables. Hace 102 años en este espacio funcionaba una cocina que abastecía al restaurante y a la confitería. Además, por allí se trasladaban los equipajes y bultos hacia el vagón de carga de los trenes. Después de su caída en desgracia, la reciente intervención le dio un papel esencial: hoy funciona como soporte tecnológico a través de las salas destinadas a sistemas inteligentes, como el Building Management System (BMS), también implementado en la estación Constitución.
Este software controla cada área de ambos edificios, por lo que ante cualquier inconveniente se activa una alarma que permite decidir no sólo la mejor solución sino también prevenir futuros desperfectos y redefinir el plan de mantenimiento. “Hasta tenemos controlado el consumo energético de las estaciones. Podemos manejar la alimentación de la estación, que puede ser ferroviaria, de Edesur o de los nuevos grupos electrógenos”, agrega De Bony. Uno de los programas empleados para este fin es el Uninterruptible Power Supply (UPS), que actúa como un back up de energía eléctrica ante algún apagón. De este modo, se evita que las principales dependencias y sistemas de la estación sufran cortes abruptos.
El subsuelo es también el área de descanso de los empleados, que ahora cuentan con salas con pantallas led, nuevos vestuarios y baños.

Estación Retiro. Las áreas de conexión entre los trenes y el subte C se limpiaron y transformaron por completo con iluminación led, revestimiento en las paredes y nuevos pisos.

Ninguna de las estaciones cerró sus puertas durante los trabajos, lo que hizo más compleja su recuperación. En el caso de Retiro, De Bony admite que fue difícil cambiar los pisos del hall. Fueron cinco meses en los que se restringió la circulación por sectores hasta completar la colocación de un piso granítico blanco y verde, la misma paleta diseñada por los arquitectos británicos Eustace L. Conder, Roger Conder y Sydney Follet, en 1909. En rigor, el primer solado era de venecitas, “hoy impráctico y caro”, hasta que “no se sabe bien si fue en el 30 o 40, se decidió cambiarlas por un piso granítico color bordó. Ese es el que estaba ahora, pero estaba demasiado dañado”, asegura De Bony.

En Constitución, en cambio, el flujo de pasajeros supera las 500 mil personas diarias, por lo que cerrar partes del hall era imposible. “Los usuarios tenían que pasar debajo de los andamios”, señala el arquitecto Alejandro Florio, inspector de obra. Aquí, las tareas comenzaron en abril de 2017 y seguirán hasta fines de noviembre.
La impermeabilización de la cubierta de la bóveda del hall central fue prioritaria dentro del plan de prevención de patologías. “Había de todo. Mucho desgaste, crecimiento de musgo, costras negras. El interior estaba bastante bien mantenido, con lo cual se hizo hincapié en la limpieza; pero las fachadas sí estaban más degradadas”, afirma Florio. Su deterioro se debía a la rotura de los desagües pluviales, que fueron reemplazados.
“El tratamiento exterior fue hidrófugo tanto en el edificio histórico (sobre Av. Brasil) como en el de Hornos. El tratamiento de las cubiertas (cúpula y planas) también va a colaborar con la prolongación de la vida útil de la estación porque había muchas filtraciones”, detalla Florio. “De hecho los lucernarios de la bóveda del hall central tienen dos capas: una interior, luego una cámara de aire de 2,20 m y una segunda cobertura de ladrillos chiquitos de vidrio que parecen lupas. Ahora, sobre eso, se colocó una tercera piel de policarbonato, además de que los ladrillos fueron hidrolavados y sellados”, agrega.
Para mejorar el vínculo con el entorno, se reacondicionó el ingreso conocido como el “Patio de los Leones”, por las dos esculturas situadas en un antiguo acceso sobre la avenida Brasil, que estuvo cerrado al público porque estaba ocupado por una fiambrería. En el mismo sentido, se acondicionó el subsuelo, de modo de optimizar la circulación interna y la conexión entre el tren y el subte; se ampliaron las salidas y se reubicaron los locales, que tienen una cartelería más ajustada a la nueva estética. También se colocaron tótems con información, se crearon áreas de descanso y salidas de emergencia.

1 comentario: