lunes, 28 de mayo de 2018

Recuperacion de Ferrobarcos

Recuperación de los ferrobarcos, una odisea que lleva 28 años

POSADAS Misiones 28 May(Primera Edicion).-“Exequiel Ramos Mejía” y “Presidente Roque Sáenz Peña” dejaron de prestar servicios el 9 de marzo de 1990. “Tenemos que abrazar la historia y enseñar al otro la importancia que tuvieron ambos barcos, aseguró Analía, hija de Sixto Ramón Colazo, el último jefe de la zona fluvial de           

“El día ideal sería cuando los vea trasladados, iniciando la recuperación de sus esqueletos, de la manera que lo tengo proyectado. Volver a ver el museo armado para exponer las maquetas que guardo celosamente y que están dispuestas para ser exhibidas. Estoy esperando ansiosa ese momento”. Con esta reflexión, Analía Colazo pretende graficar lo que podría ser el mejor final para una lucha que comenzó hace 28 años, cuando los ferrobarcos “Exequiel Ramos Mejía” y “Presidente Roque Sáenz Peña cesaron en sus servicios y cayeron en el olvido colectivo.

Es hija de Sixto Ramón Colazo, el último jefe de la zona fluvial Posadas, y como otros tantos niños pasó su infancia sobre estos gigantes, por lo que no se le hace fácil contener las lágrimas. Es que no hay siquiera una placa que recuerde a la tripulación que navegó sobre ellos hasta el último aliento. Por eso cree que “tenemos que abrazar la historia y enseñar al otro la importancia que tuvieron o el rol que cumplieron ambos barcos” en el desarrollo de la capital de Misiones. 

Sigue sufriendo como el primer día que intuyó el abandono de los colosos. Considera que todo este proceso fue una etapa muy dura. Como si tuviera un cronograma armado dentro de  su cabeza, recuerda la primera vez que los barcos se chocaron y empezaron a hacer agua, cuando el impulso la llevó a golpear puertas tratando que la escuchen pero “era yo una persona común y corriente que solamente tiene el amor por aquello que hace y la fortaleza para llevarlo adelante. No me vinculaba a lo político y no tenía dinero en los bolsillos, solo las ganas que se salven no solo porque hice una promesa a mi papá sino que pienso y recupero en mi memoria todo lo que viví desde los cuatro años viajando en esos ferrys” hasta que se los despidieron, en 1989. De esa ceremonia fue partícipe “desde adentro porque vine a la inauguración del puente internacional San Roque González de Santa Cruz como parte del personal del ferrocarril de Buenos Aires”. 

Todos estos años fueron “muy sufridos” pero el peor fue “cuando no pude venir. Todo el año estuvieron hundidos y mi cabeza no paraba. Todo el tiempo estaba pidiendo a conocidos que sacaran fotos y me las enviaran, que me dijeran cómo estaban. Cuando se robaron la rueda de cabillas (un dispositivo mediante el cual se acciona el timón) del Roque Sáenz Peña; cuando pusieron en venta el silbato. Todo eso tiene una relación emocional porque está atado a un recuerdo, a un sentimiento, mío y de mi familia, porque se traslada. Fue mi papá, ahora yo, y cuando no esté en la Fundación Ferroclub del Nordeste Argentino que estamos armando, la posta la va a tomar mi hija, Anabella Bodeman, que tiene la misma postura que yo, y mi hijo, Agustín Barbieri”, que también es parte.

Añadió que son muchos recuerdos y sobre todo mucho amor “del que ya no tenemos, el de nuestros padres”. Los recuerdos están atados y duelen. Cada logro “es un tema. El año pasado, cuando dijeron que iban a hacer el reflote, me puse a llorar. Estuve una semana derramando lágrimas de la emoción que tenía hasta que vinimos a vivir de cerca el reflote y todos los días acompañábamos a los especialistas en buceo, a quienes estoy agradecida por el trabajo y por el compromiso con que lo hicieron. Ellos sabían de nuestro sentimiento, entonces encararon las tareas de otra manera”. Sabían que atrás había una familia que esperaba que los ferrobarcos volvieran a resurgir de sus cenizas. 

Contó que el 11 de mayo de 1990 se dio el primer paso en la lucha por recuperar a los ferrys. Nació del grupo de ferroviarios, integrado por un grupo de trabajadores, que luego  conformó la ONG Los Ferroaficionados de Posadas en su labor en pos de la preservación. También comenzó el movimiento de papeles. El rescate se hizo de a poco porque estuvieron mucho tiempo solos en la laguna San José, que fue donde el Ramos Mejía sufrió el desmantelamiento casi total de la cabina, y al Roque Sáenz Peña le robaron todo el material de bronce que tenía incorporado. 

Después comenzaron los movimientos del municipio de Posadas, a pedir la custodia y a trabajar en conjunto para preservarlos. En 2002 se hizo el primer intento de Declaración de Patrimonio Histórico de Misiones a través del Concejo Deliberante. Luego todo se detuvo. Más tarde otorgaron la tutela en comodato al municipio, y luego a los ferroaficionados para que los pongan en valor y usufructúen como museo. Es lo que se vio sobre la costanera con la exposición de las maquetas. Así estuvieron hasta 2010, cuando falleció Narciso Aguilar, presidente de los ferroaficionados; en julio de 2011, partió Sixto Ramón Colazo, y en agosto del mismo año, Vicente Ángel Arzamendia, el último de las cabezas de la ONG. Con el deceso de los tres, todo se fue apagando. 

Analía Colazo tomó la posta y aunque no vivía en Misiones, iba y venía de Buenos Aires cada vez que podía “para luchar por lo que ellos habían empezado. No solo por la promesa que hice a mi papá sino por el amor con que crecí en ellos. Parte de mi vida estuvo ahí arriba. Todo era una gran familia y quienes somos hijos de los que tripulaban el ferry, sabemos lo que significaba para ellos”. 

Cuando comenzó el reflote, presenció las tareas desde el primer día hasta el último, desde que empezaban hasta que terminaban, y así todos los días. “Para mí fue algo muy emotivo. Lo hice acompañada de mi hijo que vivió exactamente lo mismo que yo. Nunca saqué el dedo del renglón porque sigo pensando exactamente lo mismo. Son parte de la historia misionera, son únicos en el mundo, tienen 105 años, y hay muchos chicos y jóvenes que no los conocen y tienen derecho a saber que esos dos colosos luchan por salir a flote y son parte de la historia de Misiones”, manifestó.

De los ferroclubes de Buenos Aires surgió formar una institución similar en Posadas. Es así que “soy la primera mujer que fundó una entidad de estas características. No existe otro museo en el mundo que haya sido fundado y presidido por una mujer. Tomé la posta y empezamos a planificar lo que queríamos para los ferrys”.  

Desde la Fundación empezaron a fomentar la creación del Parque Temático Ferroviario, el primero en el país y el único que tendría ferrys, en la Estación de Miguel Lanús. “Solamente se necesita que el Gobierno colabore con el traslado que implica el desembolso de 1.800.000 pesos. Allí podrían ser reparados sin los gastos que demanda el varadero. En esa instancia se interactuaría con las escuelas técnicas de Posadas para que la Provincia no tuviera que asumir gastos de manufactura sino que los chicos aprendan a valorar el patrimonio, que sepan sobre la historia de los ferrys. Se habló, incluso, de agregar vagones de tren, que interactúen como comedores, bibliotecas, salas de primeros auxilios para que la gente pueda recibir atención médica”, relató Colazo. Como la Fundación tiene acceso a rescatar todo patrimonio histórico fluvial y terrestre que hubiera en Misiones, “la idea es reunir a la formación de vagones de tren que fueron del Gran Capitán, llevarlos hasta Miguel Lanús, e interactuar con la Escuela de Oficios Navales y Ferroviarios “Sixto Ramón Colazo”. 

Aseguró que ésta sería una solución totalmente definitiva para salvar la historia, “para que el Gobierno no tenga que hacer un gasto tan grande de dinero, solamente apoyar nuestro proyecto, colaborar con nosotros, y que se concrete de la manera más austera para la provincia y a nosotros que nos enriquezca poniéndolos en valor de una vez por todas”.

LA ÚLTIMA TRIPULACIÓN

Vicente Arzamendia fue el último capitán de los ferrys, secundado por Bernardino Arce como baqueano y Desiderio Ramírez, contramaestre. El jefe de máquinas era Ovidio Romero, y los tripulantes de cubierta, Sulpicio Zamudio, Héctor Luis Martínez, Magna Rotela, Felipe Pucheta, Carlos Aníbal Rotela y Jorge Rotela.

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