miércoles, 4 de abril de 2018

El Pueblo y el tren

El pueblo que despertaba con el sonido del tren
Enrique Ortega presenta su libro sobre Tafí Viejo

MIRADA. Ortega recuperó la historia del pueblo ferroviario. la gaceta / foto de Antonio Ferroni

TUCUMAN 4 Abr (La Gaceta)– “La que hacía despertar al pueblo era la sirena del ferrocarril. Todas las mañanas se escuchaban los ruidos que provenían de los talleres. Sólo el domingo había silencio”. Así describe Enrique Julio Ortega cómo la vida en Tafí Viejo supo girar alrededor de los talleres ferroviarios hasta la década de los años 60 del siglo pasado; fue entonces, cuenta el autor, cuando “la política” decidió que ya no sería el tren el que uniera el territorio, como alguna vez lo soñó Alberdi.
El ingeniero Ortega, autor de “Los talleres de Tafí Viejo y su entorno (una mirada diferente)”, recuerda que con el regreso democrático, en 1983, rondó entre los taficeños la ilusión del “regreso de los talleres”. Pero todo lo demás es historia; una historia que Ortega ha intentado sintetizar en las casi 400 páginas de un libro en el que confluyen el racconto de los orígenes de San José de Calasanz/ Villa Obrera/ Tafí Viejo, el rescate de la vida cultural, política y social del lugar; y hay profusión de datos técnicos e históricos sobre la planta, locomotoras y demás maquinaria, así como numerosas anécdotas de quienes trabajaron en los Talleres y una cronología de quienes los administraron.

– ¿Por qué le interesó contar la historia de Tafí Viejo y de los Talleres?

– Un pariente me instó a escribrirlo. Trabajé 13 años en los talleres de Tafí Viejo, y 10 en las instalaciones del ferrocarril, en la ciudad de Tucumán. Y me interesaba dejar testimonio de lo que se hizo en los Talleres. Creo que no se había hecho una historia minuciosa de la maquinaria y de lo que se produjo en los Talleres. Es una mirada, por supuesto; no todos tenemos la misma forma de ver las cosas. Los talleres eran una base útil, no podían no existir en esta parte del país, porque allí se hacía la reparación de toda la infraestructura ferroviaria del NOA. Me demandó dos años de trabajo, muchos testimonios, entrevistas a los viejos jefes, mucho trabajo de archivo e información que había ido guardando por años. Hice hasta donde pude. En el libro reflejo la época de oro de Tafí Viejo, y cómo quedó disminuido tras el cierre de los Talleres. Mucha gente emigró, y Tafí se empobreció.

– Hay quienes hablan de impulsar el regreso del tren…

– Entiendo que lo quieren implementar, recuperando el ideario alberdiano de que el tren une el territorio.

– Usted no nació en Tafí Viejo. Pero se dejó “adoptar”…

– Yo tenía 14 años cuando llegué a Tafí Viejo. Había pasado mi infancia en un ingenio porque allí trabajaba mi padre, un inmigrante español. Llegué y me encontré con gente muy trabajadora. Creo que no había en todo Tucumán más extranjeros que en Tafí Viejo. Me deslumbraban las bibliotecas a pleno, la actividad cultural, las casas de lo que fuera la primera villa veraniega de Tucumán, los compañeros de la Escuela Técnica en la que estudié. En cada capítulo del libro decidí “abrir las puertas del taller”, y salir al entorno. No me bastó con contar la historia ferroviaria, y decidí contar el entorno, que es hoy la ciudad de Tafí Viejo que rodea a los talleres; y eso me dio lugar para hablar de los cambios culturales, sobre todo en algunas instituciones que me interesaban particularmente. Y lo hice porque cuando fui creciendo descubrí que Tafí Viejo sería mi lugar en el mundo.

– Usted también remarca en el libro la importancia de la Escuela Técnica de Tafí Viejo…

– Fue una escuela de oficios ferroviarios, había talleres de aprendices en todas las secciones, de allí salían electricistas, carpinteros, mecánicos. El título con el que salían era el de “Técnico ferrocarrilero”. De ahí surgieron técnicos que luego fueron jefes de sección y de los Talleres. Y cuando nace la Universidad Tecnológica Nacional, en el 54, los primeros egresados fueron de Tafí Viejo.

Esperanzado

El ingeniero Ortega dedica un capítulo del libro al derrotero de los talleres desde 1984 (la reapertura); el intento de destinarlos a la reparación de vagones; la frustración ante la realidad de que el Ferrocarril Belgrano no requería de esas prestaciones y la posterior adecuación de la infraestructura para los requerimientos del Sarmiento; las acciones desarrolladas entonces por el ingeniero Luis Sircelj para los trenes de alta montaña (barre nieve) para el paso por Socompa desde Argentina a Chile; y el ocaso de los Talleres, en 1989, con el desinterés del gobierno nacional primero y el traspaso a la Provincia después. “Era ya evidente un segundo cierre, que no tardó en llegar”, dirá el ingeniero Ortega, que, sin embargo, asegura que su libro es el de un ciudadano esperanzado en que Tafí Viejo recupere la pujanza perdida.

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