viernes, 2 de marzo de 2018

Historia Rionegrina

25.000 ediciones: el dique Ballester, el tren, la salud y la guerra

VIEDMA 2 Mar(Rio Negro).-Desde aquella primera edición en 1912 hasta la número 25.000 que hoy se imprimió y se subió a la web, muchos sucesos fueron marcando cada década.
Nos describen hoy, guardados en el archivo “de papel” y digital, cómo fue vivir esos años en la región, desde la mirada de los periodistas, fotógrafos y editores que pasaron por la redacción.

Años 1909 a 1919 |
El Dique Ingeniero Ballester:

Los primeros pasos de “Río Negro” en la ciudad de Roca, en 1912, llegaron en medio de una etapa fundacional, en muchos sentidos, para la región.

El nacimiento de las primeras localidades y el comienzo de obra del Dique Ingeniero Ballester dos años antes, por ejemplo, son clara muestra de eso.

La imponente estructura, ubicada en Barda del Medio y que cruza el río Neuquén, es el punto donde comienza el ramificado sistema de canales que riega aún hoy todo el Alto Valle.
El propio presidente José Figueroa Alcorta, fue quien colocó la piedra fundamental, en marzo de 1910. Las piezas de hierro llegaron por mar, vía San Antonio, y a través de las vías desde Cipolletti a Vista Alegre, en 30 kilómetros especiales que se hicieron a tal fin.

Diseñada por el ingeniero César Cipolletti, fue en parte ejecutada por Rodolfo Ballester, de quien obtuvo el emblemático nombre.
Según recordaron sus hijos Oscar y Carlos, el canal era la obsesión de su padre. “Aún antes de habilitarse los canales, se las ingeniaba para que los agricultores no se quedasen sin agua”, según relatos de viejos pobladores.

“Nuestra hermana Meneca, que pasó su infancia también allí, contaba siempre”, dice Carlos, “que al llegar a Cordero, les hicieron una recepción al mejor estilo inglés, con mozos de guante blanco y smoking. Mi hermana tendría ahora 96 años”.      

“El dique era casi una Babel”, contó él al conocer a los habitantes del campamento: ingleses, italianos, alemanes, polacos, españoles, chilenos, uruguayos, árabes, eslavos, rusos y en minoría, criollos. Tenía sólo 28 años cuando llegó.
“No es posible que tú, recién casado, te vayas con tu mujer e hijita a la Patagonia”, le dijeron los padres. “La familia de mi mujer tuvo la misma reacción”. Pero vinieron. Le prometieron entonces que el trabajo sería de 3 ó 4 meses. Se quedó 13 años.

Su familia decía que Rodolfo no tenía militancia política en su juventud, aunque sí un acercamiento a la Logia Masónica.

La obra tuvo tres nombres: dique Neuquén; dique Cordero, por el dueño de las tierras aledañas; y terminó rebautizado Dique Ballester. Puso fin a un penoso problema que sufrían los colonos: las inundaciones periódicas de sus ríos, el Neuquén, el Limay y el Negro.
  
El Ferrocarril:

Actualmente, miles de personas hacen a diario viajes de larga distancia y con el servicio interurbano y a nadie se le ocurriría hacer un registro de eso, sobretodo porque los pasajeros son en su mayoría anónimos, y demasiados como para tomar nota.

En los primeros años de “Río Negro”, la realidad era muy distinta. Viajar era todo un acontecimiento, que no todos podían darse el lujo de hacer. Motivos comerciales, profesionales, gestiones de gobierno, eran las razones que ameritaban comprar un boleto de tren.
El semanario daba cuenta tanto de las partidas como los arribos en las distintas estaciones y los publicaba bajo la sección “Viajeros”. La información servía para organizar la vida cotidiana y saber el paradero de las personas cuando no había tecnología.

Compartía espacio con las “Notas Sociales”, donde figuraban nacimientos, muertes, misas, bodas, bautismos, cumpleaños y hasta aquellos vecinos que estaban enfermos.

La “punta de rieles”, como se le decía al avance de las vías a una nueva localidad llegó a Neuquén en 1902, por los conflictos de límites que había con Chile. Había que colocar un ejército en la cordillera de los Andes.
Trasladaba, además, la producción hacia Bahía Blanca o San Antonio para que pudiera ser exportada.

Como sucede con todo, no siempre funcionaba bien el servicio, y había quejas, como plantea la nota del 3 de abril de 1913. “A fines de la semana pasada incióse en los puntos principales de la línea del ferrocarril una enérgica protesta para obtener mejoras de la empresa, por el mal tratamiento a pasajeros, demoras de cargas y otras deficiencias y abusos que hasta llegan a afectar la agricultura regional”.
Higiene:

La publicación del semanario “Río Negro” de enero de 1913 muestra con un caso, la realidad sanitaria que debían afrontar los habitantes de la zona.

La proliferación de enfermedades, muchas de ellas hoy erradicadas, la falta de recursos, profesionales y hospitales obligaba a doblar los esfuerzos para impedir que el contagio se cobrara la vida de los vecinos.


Titulada “Inspección sanitaria”, la breve nota refiere a la visita del director de asistencia pública de Viedma, Dr. Carlos M. Hildeman. En tren viajó hasta Roca, para luego partir hacia donde nacía la población de El Cuy.

20 niños en tres meses habían muerto por difteria, una enfermedad infecciosa aguda, que produce fiebre y dificultad para respirar.

“En una población reducida como esa, era indicio evidente del estado sanitario de que ese lugar dejaba mucho que desear”, decía el profesional.

Para contrarrestar el panorama, reportó después, se aplicaban inyecciones de “suero antidiftérico” a niños y jóvenes, sobretodo los hermanitos de los enfermos.

Como el aislamiento era imposible, desinfectaban la ropa con agua hirviendo, los locales con cal blanqueándolos por dentro y fuera y quemando azufre.
La Primera Guerra Mundial:

Luego de que se desatara el conflicto bélico en 1914, “Río Negro” informaba diariamente a sus lectores acerca del avance de la contienda a través de una pizarra colocada delante de su redacción, sobre calle Tucumán, y con bombas de estruendo advertía sobre los nuevos eventos que se iban desarrollando.

Argentina se había declarado neutral en este conflicto pero las consecuencias sobre nuestro país, se dejaron ver.

En el aspecto económico, vio los beneficios al crecer la demanda externa de trigo argentino, pero fue perjudicada por la suspensión de obras que eran fundamentales, como los trabajos para el riego, al ser ejecutados, en su mayoría, con capitales extranjeros. Muchos fueron los chacareros que reclamaron por la falta del servicio de agua en sus producciones.

La oportunidad para vender trigo llevó al gobierno nacional a fomentar su cultivo, ordenando al Banco Nación que otorgue créditos a aquellos que quisieran hacerlo.

En contrapartida, subieron los precios en los artículos de primera necesidad, sugerencia que siguió hasta casi el final de la guerra, en 1918, cuando los aliados derrotaron a Alemania.

Otro hecho mundial que repercutió en nuestro país fue el estallido de la Revolución Rusa, que trajo aparejado grandes cambios a nivel social.

En sus páginas, “Río Negro” lo comparó con las elecciones de marzo de 1918 en nuestra ciudad: “Roca, el 19 de marzo, tuvo su revolución espiritual, su gesto de rebelión, su juramento de independencia moral prestado ante el secreto de las urnas electorales, al asestar un golpe moral a una camarilla adueñada del poder”.

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