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lunes, 7 de enero de 2019

Sobre los Rieles - Entre Rios

Sobre los rieles, la historia, la resistencia y una fuerte función social

    Foto UNO/Juan Ignacio Pereira

PARANA Entre Rios 7 Ene (Diario Uno).-El tren que une Paraná con Colonia Avellaneda es un sobreviviente. Por dos pesos, entre 450 y 500 personas van y vienen. Es barato, ecológico, cómodo y también símbolo de resistencia, en medio de los vagones corroídos y los talleres desguazados.

Ecológico, económico, cómodo, fresco, limpio y con una puntualidad incomparable. Así funciona el tren que une Paraná con Colonia Avellaneda de lunes a viernes. Lo usan estudiantes, trabajadores, desocupados y jubilados; hay quienes lo aprovechan también para pasear. En el último tiempo se le sumaron vecinos de Colonia que viajan exclusivamente para adquirir bidones de agua en la capital entrerriana, porque el elemento vital en esa ciudad sale de color marrón y con un olor insoportable, intomable.

Pasa por la zona sureste de Paraná, por lo que son los vecinos de esa zona de la ciudad los que pueden utilizar con mayor frecuencia el servicio. La explosión demográfica que se dio en los últimos años en ese sector, sumado a la pérdida de poder adquisitivo de las familias trabajadoras (inflación, salarios congelados y paritarias tardías, un combo explosivo) genera que el medio de transporte sea muy atractivo.

Es tristemente el único tren que funciona en Entre Ríos. En 2018 subió un 100% y pasó a costar dos pesos. Una moneda y tenés boleto. El recorrido dura unos 38 minutos. Hay a su paso imágenes más pintorescas que otras. Como sucede a lo largo del país, son muchas las viviendas precarias apostadas a la vera de las vías, algunas son de material, lo que da cuenta que las familias llegaron para quedarse. Incluso ocupan espacios que quitan visibilidad a los conductores.

UNO dialogó con Walter Angélico y Andrés Olmedo, quienes se desempeñan como conductores y con los guardas Juan Aquino y Gabriel Benitez. Los cuatro provienen de familia ferroviaria. En el caso de Walter representa la cuarta generación y comparte el trabajo con su padre. Coinciden en la tristeza por los ramales que cerraron y dejaron pueblos y ciudades fantasmas, porque se perdieron con el tren.

Hasta hace unos años desde Paraná había otros ramales: a Fontana, previo paso por Oro Verde y a Concepción del Uruguay. Este último salía los viernes y volvía el domingo. Sobre rieles se podían viajar, además, desde Basavilbaso a Villaguay. Ninguno de los tres funciona, parecen haber corrido la suerte de esa premisa triste de los 90: ramal que para, ramal que cierra.

Mientras tanto, el que llega hasta Colonia Avellaneda parece un sobreviviente. Se yergue en medio de las otras unidades corroídas por el óxido y el olvido, impávidas al costado del camino y de las estructuras de los galpones desguazados, símbolos de una época dorada de la red ferroviaria que ya es historia.

No sólo sus trabajadores se esperanzan en que el paso del tren se extienda. Las deficiencias en el transporte público han tomado gran relevancia en Paraná, frecuencias y lugares que no son alcanzados por el servicio, encabezan la larga lista de quejas de los usuarios. Es por eso que la comunidad educativa de la escuela normal Rural Almafuerte Nº 8 inició en 2018 una campaña viral en redes sociales: “Quiero llegar a mi escuela Almafuerte”. La escuela está situada a unos 4 kilómetros de La Picada y a 3 de Sauce Montrull, donde la opción que tienen para llegar quienes van desde Paraná, San Benito o Colonia Avellaneda es tomar un ómnibus de las únicas dos empresas que pasan por la ruta Nº 12.

Las campanadas

Vía satélite los conductores envían cada vez el pedido de autorización para la partida a la Línea General Urquiza. Una vez obtenido y tras el sonido de las campanadas, el tren emprende su salida en medio de bocinazos. Lo hace despacio, metódicamente, envuelto en ese vaivén característico. Si se cierran los ojos, uno puede trasladarse al Paraná de antaño, con sus andenes repletos de usuarios. La galería de la estación conserva las cenefas decorativas y la imagen de la Virgen de Luján, patrona de los Ferrocarriles Argentinos.

En el tren viajan mamás con cochecitos, trabajadores que suben con su bicicleta a cuestas, personas con discapacidad motriz y está equipado también para pasajeros con dificultad en la visión o no videntes.

Viajan en promedio entre 450 y 500 personas por día y hay 10 apeaderos en la traza ferroviaria entre la capital provincial y Colonia Avellaneda. Las estaciones están ubicadas en Paraná, Ramírez, División Los Andes, Miguel David, Las Garzas, Gobernador Parera, Salvador Caputto, Maya, Ramón Parera y en Colonia Avellaneda. Los puntos críticos de circulación cuentan con servicios de banderilleros.

Son al menos unas 55 las familias que dependen de estos trabajos y más de uno quiere poner en marcha, otra vez, esos trenes sobre las vías. El coche motor Materfer que funciona en solitario es su norte, su ejemplo, los pasajeros van y vienen por una moneda que vale menos que un caramelo.









































    Foto UNO/Juan Ignacio Pereira

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