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lunes, 10 de diciembre de 2018

Se cumplió un año de la presentación del proyecto

Se cumplió un año de la presentación del proyecto “Paseo temático ferroviario Estación Tandil”

TANDIL 10 Dic(El Eco).-En diciembre pasado, la Asamblea del barrio de la Estación presentó la propuesta para la denominación de Área de Protección Histórica. Sin respuestas, ni trenes, a la petición ahora se suma la reactivación de las formaciones de pasajeros y turísticas. El primer esbozo del plan fue en 2013 por medio de Banca 21 y propone se llame Agustín Sívori, e incluya una escultura de Ibis Villar.

Los vecinos del barrio recordaron que se cumplió un año de aquella propuesta presentada en diciembre de 2017 por la Asamblea del barrio de la Estación, con la participación de la Facultad de Arte, al Ejecutivo Municipal, jefe de Gabinete, Secretaría de Planeamiento y Obras Públicas, Subsecretaría de Cultura y Educación, Dirección de Parques y Paseos, Dirección de Turismo y Coordinación de Patrimonio Cultural. Sin embargo, tal como manifestaron, al momento se encuentran “sin trenes, sin zona histórica y sin paseo temático”.

El proyecto tiene como antecedente la iniciativa de esa organización, que en el mes de mayo de 2013 presentó ante el Honorable Concejo Deliberante de Tandil por medio de la figura de la “Banca 21”, el documento titulado “El barrio de La Estación como Área de Protección Histórica”. Dicho documento contenía un primer esbozo de la propuesta de un paseo temático ferroviario, junto con otros puntos referidos a la implementación de medidas de protección patrimonial en el entorno de la Estación. En la actualidad, destacaron que a ese anhelo se suma el de la reactivación de los trenes de pasajeros y el tren turístico.

La idea evoca que el paseo lleve el nombre del mutualista ferroviario Agustín Sívori, e incluya una obra artística que honre la memoria de la ciudadana Ibis Villar, por razones ya expresadas en la fundamentación. Además, apuntan a que el paseo involucre y revitalice a las distintas instituciones culturales y artísticas no gubernamentales y estatales que funcionan en el interior de la Estación y en las cercanías de la misma. Entre ellas, mencionan el Taller Municipal de Picapedreros y Escultores, la Incubadora de Arte, el Centro Social y Cultural “La Vía”, la Escuela Municipal de Música Popular y otras como el Centro Cultural “La Compañía”, la Biblioteca Salceda, la Biblioteca Alberdi y el Teatro de la Confraternidad Ferroviaria.

“A grandes rasgos, se trata de un parque temático ferroviario de forma lineal que incluye distintos sectores planteados en función de las actividades que se realizan o se prevé realizar en el lugar”, explicaron.

Adoquines, vagones y locomotora

Dentro de la petición se destaca la colocación de una formación ferroviaria, que incluye una locomotora vapor de maniobra, un vagón de pasajeros, otro de tipo jaula de ganado, más uno de carga tipo minería, con  balanza y zorra.

Tal como prevén, los vagones aptos se podrían utilizar para la realización de distintas actividades recreativas y culturales, como charlas y funciones de teatro de títeres, entre otras.

Cabe aclarar que según conversaciones mantenidas con representantes de Ferrosur-Roca, el movimiento de los componentes de la formación y su restauración estarían a cargo de esa empresa.

Asimismo, se plantea el cierre de la diagonal de acceso con un espacio verde, siendo el ingreso a la Estación por avenida Colón, donde se ubicarán los adoquines retirados de la calle Alsina a modo de elemento decorativo, complementado con otro solado de más fácil tránsito.

Sívori, un auténtico dirigente gremial

Dentro del proyecto presentado, uno de los puntos importantes se basa en nombrar al espacio histórico-cultural “Agustin Sívori”, a la vez que se pide contar con una escultura en homenaje a Ibis Perla Villar a cargo de la escultora Mariana Debaz.

Nacido en Ayacucho en 1898 Agustín Sívori llegó a Tandil en octubre de 1929, donde ocupó en la Unión Ferroviaria distintos cargos hasta ser designado presidente de la comisión ejecutiva de la organización gremial entre los años 1939 y 1942. Sus últimas actuaciones como personal activo las desarrolló en la comisión administradora de la Casa Social de las entidades sindicales ferroviarias.

Poco después de alcanzar la jubilación, en 1951, junto con otros compañeros, creó la Agrupación de Jubilados y Pensionados ferroviarios. Durante muchos años fue presidente de la comisión de jubilados ferroviarios que agrupaba, en los años sesenta, a más de 400 miembros pasivos, y cuyas reuniones se realizaban en la sala donde actualmente funciona la boletería del Teatro de la Confraternidad Ferroviaria.

Fue uno de los impulsores de la iniciativa del Policlínico Ferroviario, organismo sanitario de relevancia y una de las obras de carácter social de más trascendencia de la ciudad y de la región de aquellos tiempos.

En el sanatorio regional para ferroviarios, Sívori desplegó una actividad solidaria inconmensurable. De modo tal que en 1967 los gremios resolvieron que había que “motorizar a Sívori”, consiguiendo un Fiat 600 para que Don Agustín pudiera continuar brindando, sin esfuerzos físicos, la ayuda solidaria y la atención a los compañeros internados en el Policlínico Ferroviario procedentes de la zona, así como a aquellos que no tenían familiares. Pero Sívori no aceptó el obsequio, sino que solicitó que el dinero fuese entregado a la Cruz Roja para socorrer a las víctimas de las inundaciones que, por entonces, habían asolado al Gran Buenos Aires. En esa ocasión, más de 300 personas colmaron el Salón de la Confraternidad Ferroviaria para brindar a Don Agustín un afectuoso homenaje. Se le entregó una medalla de oro, una plaqueta y un pergamino. También una flamante bicicleta que relevaba a la que hasta ese momento lo había acompañado.

El 25 de junio de 1977, la prensa tituló: “Murió un auténtico dirigente gremial: Agustín Sívori”. Aquel hombre que se entregó de lleno a su trabajo en la Mutual Ferroviaria y con pasión puso sus energías donde las necesidades del pueblo trabajador se tornaban más flagelantes. El hombre de los “cabellos de plata”, de figura delgada, en su bicicleta, con su libreta y sus minuciosas anotaciones, dejaba de transitar las calles de Tandil. Tenía 79 años.

Como muy bien lo reflejó aquel día un cronista de El Eco de Tandil: “…Su figura poseía calor y destino. El amor a la humanidad le iluminaba juvenilmente su viejo rostro. Es posible que al verlo –como dijo el poeta- la primera sorprendida haya sido la Muerte.”

¿Por qué homenajear a Ibis Villar?

Asimismo, se propone una obra artística escultórica que honre la memoria de Ibis Perla Villar, por las razones que plantearon a través de un texto de Hugo Nario.

Nacida en 1920 en la Capital Federal, llegó con sus padres a Tandil a los 8 años, justo para iniciar el primario en la Escuela 1, terminarlo e ingresar en la Escuela Normal. Pero en segundo año debió abandonar, al enfermar de tuberculosis. Cinco años después, los cuidados solícitos del tisiólogo Víctor Magrini la sacaban a flote. Ya andaba en los 17 años, cuando empezó a militar clandestinamente en la Federación Juvenil Comunista, nutrida en las primeras nociones por su madre Sara Frade Andrade, mujer de inamovibles convicciones de izquierda, a su vez procedente de una familia de anarquistas. A las lecturas de Marx y Lenin las alternó con las enseñanzas que le impartió Dalila Deguer en bordado a mano y a máquina, de la que llegó a ser experta artesana, lo que completó uno de sus perfiles laborales: obrera de la aguja, fue chalequera y ayudante de sastre, bajo las enseñanzas de Carmen Agoubondes, lo que desembocó en integrar el Sindicato de ‘Obreros Sastres y afines’ del que fue Secretaria de Actas.

Pero su militancia política fue acentuándose con el correr de los años y el roce con militantes e intelectuales le enseñó ideología y militancia obrera.

Su esposo, el ferroviario Raúl Manuel Logarzo padeció torturas y secuestro, primero en Ayacucho, y luego nueve meses en La Plata, en cuyo transcurso, ella perdió un hijo en un parto complicado.

“Pero sí su madre la había formado en la ideología obrera, su padre, el linotipista radical Serafín Villar la arrastró a la vocación teatral, en el grupo ‘Elevación’ en el que actuó, apuntó y hasta creó y condujo un grupo de teatro infantil”, narró el escritor.

“Enviudada, Ibis Villar ganó sus últimos días bordando vestidos de casamiento, militando en las filas gardelianas, apoyando -en memoria de su marido Raúl- a los ferroviarios jubilados y sumándose a la agrupación ‘Vida Nueva’ de lucha contra el SIDA”.

En su memoria, el ferroviario jubilado Raúl Alberto Nelli dice: “Ibis era una luchadora. Se ponía a discutir de política y te apabullaba. Muy preparada, cuando tocaban cualquier tema ahí salía al cruce. Era una oradora de lucha.”

Por otro lado, María Catalina Toncovich de Suffredini la recuerda de la siguiente manera: “Ibis era guapa, muy guerrera, muy luchadora, de buena línea. Tenía convicciones. Nunca claudicó”. Mientras que una de sus vecinas, Mafalda María Ballini agrega que: “Los últimos años de su vida vivió en una casita alquilada en calle Vigil y Quintana, a pocos metros de la Sociedad de Fomento Unión y Progreso. No tenía ambiciones. Tan desprovista de todo, vivía muy pobremente, una cocinita, una mesa y dos sillas. A mí no me interesa nada material, decía”.

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